Aunque fuera de toda lógica, la ligereza humana sigue atribuyendo a los países las decisiones de sus gobernantes.
Pocas veces como en los momentos actuales toca aclarar
al mundo la sinrazón de atribuir a los colombianos las decisiones de un
Gobierno que no nos representa.
Los 11 millones de votos con los que salió elegido
Gustavo Petro, de un potencial de 39 millones, son indudablemente una minoría. pero
pesa aún más la inobjetable derrota que acaba de sufrir la izquierda, que él sí
representa, en las más recientes elecciones, para afirmar que el presidente no
interpreta el sentir de los habitantes de Colombia.
Al manifestar al mundo que Gustavo Petro no me
representa, y por el contrario me avergüenza, declaro, en contra del
presidente, mi solidaridad con el pueblo judío y condeno el sangriento e inútil
terrorismo de Hamás, que más daño que beneficio ocasiona a la causa palestina.
Que no se atribuyan a la nación las decisiones
desacertadas, sesgadas o extraviadas del Gobierno. El Gobierno colombiano podrá
ser indulgente e inclinado al terrorismo de Hamás, no así Colombia ni los
colombianos. Los pocos que han tomado la decisión en contra del parecer de
millones de ciudadanos nos sonrojan y faltan a la obligación moral de someterse
los dictados de la nación -así funcionaría una verdadera democracia-, que
mandatario -el presidente-, es quien representa y respeta al mandante -la
nación- y no quien sin sabiduría hace lo que le viene en gana. Por ello son
necesarias las revocatorias del mandato.
Pese a las decisiones Colombia seguirá siendo ante el
mundo una nación fraterna, que condena el terrorismo, porque, además, mucho lo
ha sufrido.
Luis María Murillo
Sarmiento MD.
No hay comentarios:
Publicar un comentario