viernes, 14 de noviembre de 2008

MERITOCRACIA EN COLOMBIA: LA FARSA Y LA VERDAD

De feliz concepción etimológica, este ponderado neologismo no interpreta en la realidad la bondad que traducen sus raíces griegas y latinas.
Quienes se enteran, sin conocer antecedentes, del trámite en el Congreso de Colombia de una ley que propone la permanencia en el cargo de los trabajadores que hayan cumplido tres años en provisionalidad, pueden dar por válidas las objeciones que invocadas en nombre del sentido de justicia arremeten contra la norma en ciernes. Piden aquéllos coros que los provisionales se sometan a concurso con todo tipo de aspirantes. Pero resulta que provisionalidad en este país puede significar una vinculación tan larga como para acariciar el derecho a una pensión, y una expectativa de tal naturaleza no puede desaparecerse de un plumazo. Un vínculo de tantos años hace concebir con toda razón al empleado una estabilidad que no puede de forma antojadiza suprimirse. Es además una concepción de igualdad mal entendida, porque nunca será igual de equitativa la evaluación de un trabajador que viene desempeñando sus funciones, que la de un aspirante que apenas se conoce. Es real el conocimiento de aquél, el de éste apenas se presume. Y si deficiente ha sido el desempeño del trabajador provisional, que sin mayor dilación ceda su puesto al aspirante que puede superarlo.
La percepción de quienes no somos parte comprometida –porque no esperemos beneficio alguno de la aprobación o del naufragio de la ley- es que la idea de la meritocracia que nos quieren vender es una farsa, más cuando somos testigos del drama de los provisionales. Como farsa es un proceso de habilitación y acreditación de las instituciones de salud -que por estos tiempos se adelanta- a juzgar por los exámenes que han presentado sus trabajadores. Examen desconectado por completo de su actividad asistencial, pero profundo en el conocimiento de normas y ‘leguleyadas’. Preocupante que así se habiliten o acrediten instituciones que en un momento dado no cuentan con un acetaminofén ni una aspirina. Vaya seguridad la que dan las autoridades de salud a la ciudadanía.
Si nuestra meritocracia en justicia real se tradujera, los buenos trabajadores provisionales que hoy sirven a las instituciones públicas podrían asegurar su estabilidad con el concurso. Preveo que no será así y que serán desplazados por los suertudos que siempre hay en los exámenes. Por eso apoyo la ley que se tramita.
Los exámenes suelen ser un maquillaje que no retrata la realidad del aspirante. Pruebas fundadas en conocimientos teóricos que no reflejan el ejercicio cotidiano del cargo que debe desempeñar el evaluado. Reside su valor tan sólo en la medición de todos los aspirantes con la misma vara, para dar a la prueba un aura de igualdad y de justicia. ¿Pero de qué vale el conocimiento minucioso de una técnica quirúrgica –nota sobresaliente en un examen- si no se pueden reconocer en plena cirugía los tejidos del paciente que se está operando? Peor aún, ¿de qué sirve a un paciente, que quien deba practicarle una intervención quirúrgica conozca o ignore las particularidades del Fondo de Solidaridad y Garantía del Sistema General de Seguridad Social? Una evaluación idónea requiere más que un cuestionario: una prueba práctica que demuestre la capacidad del candidato. No debiéramos confiar jamás en pruebas tan superfluas, la verdadera evaluación debe llevarse a cabo en el mismo entorno laboral. A cambio de exámenes de selección ambiguos podría pensarse en periodos de prueba en las instituciones para valorar el desempeño.


Luis María Murillo Sarmiento
Médico Ginecólogo

MÁXIMAS Y FRASES INCISIVAS

Sin mayor preámbulo, éstas son algunas de las frases y sentencias en que han concluido muchas de mis interminables reflexiones:

«El único inconveniente de la libertad es que nos toca responder por todo lo que hacemos».
«Debe respetarse la diversidad, pero no dejarse someter por ella».
«Los adultos somos un cúmulo de maldades que crece con los años».
«Sólo creo en la inocencia de los niños».
«El niño ve con naturalidad lo que el moralizador ve con malicia».
«Para la justicia humana más importante que esclarecer la verdad, es beneficiar a quien con más sagacidad utiliza sus recursos».
«Nada más peligroso que las minorías, que procuran someter a la mayoría con el pretexto de su desventaja».
«La rebeldía juvenil es la respuesta obvia a la intransigencia del adulto, siempre poseedor de la verdad, siempre dueño de las normas».
«Si Dios quisiera que el proceder humano se ciñera a un modelo inquebrantable, no hubiera infundido en el hombre la razón, la voluntad y la conciencia».
«Los mandatos de Dios se conocen descubriendo las leyes de la naturaleza».
«Reconocer los derechos de la mujer no es conferirle cuotas burocráticas que sólo toman en consideración los genitales. Es reconocerles, sin excepción, su dignidad humana, para que sus méritos compitan con los del hombre en igualdad de condiciones».
«Tan despiadada se tornó la humanidad, que sin sonrojo mide las incapacidades y las muertes en términos de producción perdida. ¡Ah tiempos en que el hombre sin tener que producir era valioso!».
«Gracias a la productividad el hombre va en camino de su propia destrucción».
«La mujer burlada es implacable».
«La fe sin demostraciones de benevolencia no conduce a nada».
«No todo en la vida es trascendente, dejemos de posar de serios».
«Las hieles del rencor sólo amargan a quienes lo pretenden, y casi nada a quienes son su objeto».
«No se tiene autoridad moral para sentenciar a quienes cometen nuestras mismas faltas».
«Quien desconoce el amor y el perdón ha de ser buen huésped del infierno».
«El placer sólo es malo cuando ocasiona un daño manifiesto».
«Sin intención de daño no hay pecado».
«Tanta maldad concibe el hombre, que no le hace falta demonio que lo inspire».
«El demonio es el hombre, el diablo es la disculpa para excusar sus faltas».
«Las mayorías nunca pretenden tantos derechos como las minorías. Las minorías son insaciables».
«El idealista está dispuesto a morir por sus ideas, el revolucionario, a asesinar por ellas».
«Al igual que todos los humanos, no soy poseedor de la verdad, apenas soy dueño de la mía».
«Defender las creencias es lícito, imponerlas censurable».
«La verdad absoluta es ignota para el hombre».
«Los comunistas son fósiles y su combustible mortal para la democracia».
«Tan peligrosas como el totalitarismo, llegan a ser la religión y la moral, para la libertad del hombre».
«Es cuestión de tiempo, para que los temperamentos tiránicos y envanecidos luzcan disminuidos y en desgracia».
«Creen las empresas a sus trabajadores artículos de su inventario. Los cohíben y disponen de ellos en un auténtico secuestro laboral».
«A los movimientos totalitarios, como el comunismo, se les deben proscribir los derechos que da la democracia. Se valen de ella para acceder al poder y luego exterminarla».
«La justicia es una ruleta rusa: por igual acierta o se equivoca».
«La verdad es lo que satisface la razón. Luego es apenas una certeza personal cuando existen millones de razones».
«La irracionalidad del placer reside en terminar siendo esclavo del estímulo que lo propicia».
«Es la honestidad en la búsqueda de lo correcto, más que el acierto en la consecución de la verdad, lo que ennoblece la conducta de los hombres».
«La justicia es ciega... porque no le importa donde quede el fiel de su balanza».
«Dios es universal, no puede ser apenas la deidad de unos creyentes. Dios es uno y el mismo para todos».
«¿Violentar, sojuzgar o matar en nombre de la fe, qué tiene de divino?».
«Las guerras santas son malignas, de virtud no tienen nada. Son obra de ciegos fundamentalistas que en su estupidez no se dan cuenta de que ofenden al dios por el que luchan».
«La felicidad no es un regalo, es una obligación con todo ser humano. ¿Hacen felices los padres a los hijos? ¿Hacen felices los colegios a los niños? ¿Hacen felices las empresas sus trabajadores?».
«Los niños a estudiar y los adultos a trabajar: ¡Qué vida tan miserable la del ser humano!».
«Todo lo vanguardista muere como retardatario».
«La aplanadora del sexo y el instinto no se ataja con principios y valores, pero intentarlo es lo sensato».
«Quien incurre en lo que juzga, termina enjuiciando con más benevolencia».
«Para el hombre, frente a la mujer sólo existen deberes; para la mujer, frente al hombre sólo existen derechos ».
«Lo que muchas mujeres ansían no es un hombre, sino una mascota bien domesticada».
«Los esposos no son más que extraños que se creen con derechos el uno sobre el otro».
«Nunca como en el colegio se pierde tanto tiempo y tanto esfuerzo en adquirir conocimientos que nunca se recuerdan».
«Si la socialización es lo poco rescatable de la vida escolar, los colegios deberían transformarse en clubes para niños».
«Sólo la crítica supera en subjetividad al arte y al artista».
«Los críticos creen conocer a artistas y escritores mejor que lo que ellos mismos se conocen. Saben más de las obras que quienes las crearon».
«Ser fiel demanda ser perfecto. Que la pareja sea perfecta, aunque ayuda, no garantiza nada».
«Quien ama, encuentra gratos motivos para vivir y profundas satisfacciones para morir tranquilo».
«Las únicas normas imperiosas son las que previenen el daño que un ser humano puede causar a otro. Las que sólo pretenden subyugarlo con frecuencia deben transgredirse».
«En materia sexual lo único reprobable es lo abusivo. En lo consentido, la intromisión es la indebida.
«Para la sociedad es más importante el castigo de la falta que el arrepentimiento del culpable; más la condena que lastime, que la rehabilitación del infractor».
«Nuestra naturaleza humana y vulnerable yerra fácil; se agita entre el bien y el mal, entre el pecado y el perdón; y absuelve para ser absuelta».
«Los políticos no suelen representar al pueblo: representan sus propios intereses».
«El enamoramiento es una psicosis deliciosa que cura el matrimonio».
«Hay que ser demasiado tonto para creer en el amor eterno».
«La fidelidad no es una obligación tan obvia. Se anhela como un dictado inconsciente del egoísmo de cada ser humano, dispuesto a apropiarse de las personas como hace con las cosas».
«Entendí la rebeldía juvenil, porque vi en ella una respuesta honesta a un mundo discutible, en el que la verdad a nadie pertenece».
«La rebeldía del joven termina en la resignación del adulto; y el conformismo del adulto en la intolerancia del anciano, al final doblegado por el tiempo».
«La sociedad siempre ha manipulado la verdad, la ética y las normas al amaño de sus propia conveniencia».
«No debemos sentirnos culpables de no poder cambiar lo inevitable, sino satisfechos de haber realizado lo debido».
«No hay nada más rebatible y siniestro que las afirmaciones de una mujer que ha sido traicionada».
«El enamoramiento es el más imperfecto de todos los amores».
«Hay dos etapas sucesivas e indefectibles en la relación de la pareja: la del amor y la del resentimiento».
«Los instintos buscan la preservación del individuo y de la especie. Simplemente existen. Ponerlos al escrutinio del bien y el mal es realizarle un juicio al creador del universo».
«La moral debe ser respetuosa del instinto. Su campo es lo sujeto a la voluntad y el albedrío».
«La mujer es para el hombre lo que el juguete es para el niño».
«La concepción humana suele ser un accidente inesperado y no pocas veces un suceso indeseado. Así que es la crianza y no la vida la que merece el agradecimiento de los hijos».
«Disfruta el placer sin permitirle convertirse en vicio. Sé medido con el gozo para que nunca pueda someterte».
«Dejarnos subyugar por cuanto más nos gusta termina por cansarnos, o por forjar una costumbre que duele cuando no se sacia».
«Los valores del hombre son mentira, todos los violenta, todos los incumple. Los proclama en publico, y los vuelve añicos en privado».
«El hombre cree por naturaleza; en su esencia está Dios, y nada lo acerca más a Él que sus penas y sus sobresaltos».
«El ser humano es contradictorio. Se somete al jefe opresor, pero desacata al jefe bondadoso. Eterno inconforme, encuentra desasosiego en la paz y propicia la guerra; víctima de la guerra, implora la paz».

Luis María Murillo Sarmiento