La
democracia fundada en la separación de los poderes se va tornando en utopía. La
teoría de los poderes de Montesquieu en vez de asentarse está en franca
decadencia, así la palabra democracia obre como psicoactivo a las mentes sumisas,
nunca al entendimiento crítico resistente al engaño.
Por
ello no extraña que las dictaduras se autodenominen democráticas, lo fue la de
aquella Alemania autoritaria que se proclamó República Democrática Alemana, lo
es la República Popular Democrática de Corea, una de las peores dictaduras comunistas,
solo por mencionar breves ejemplos.
Las
auténticas democracias no son perfectas, pero son vivibles, y brindan la mejor
expresión de libertad posible dentro de la imperfección humana. Sin libertad no
se concibe al verdadero Homo sapiens, no el que vegeta, sino el que razona.
Colombia
vio un día su democracia amenazada por una horda comunista que arrasaba hasta
con el pueblo que decía defender. Increíblemente solo un hombre tuvo la energía
y el coraje para enfrentarla con éxito. Sin su mengua jamás las Farc se
hubieran desmovilizado.
Pero
el comunismo, fiel a todas las formas de lucha, no tiene ética, no tiene
reparos, como en la criminalidad, todo vale, todo es un medio y todo medio es
aceptable. Solo un fin es admisible: la toma del poder y el derrumbe de la
democracia.
Hoy
por vía diferente a la de las armas, que fueron derrotadas, prueba con la confabulación
desde el establecimiento. Hay en el
poder judicial quintacolumnistas, lo supimos desde los procesos abiertos contra
Petro, que siempre le fueron favorables, lo sabemos desde cuando los
computadores de Raúl Reyes no sirvieron de prueba contra las acciones terroristas,
desde cuando descubrimos que ser de izquierda suele blindar contra los fallos. Siempre
lo hemos sabido, por eso intuíamos que tarde o temprano irían contra Uribe, el
hombre corajudo que le devolvió la esperanza a un país que hoy parece sin
gratitud y sin memoria.
Álvaro
Uribe Vélez está privado de la libertad, cualquier argumento sirve de pretexto,
pero más que la acción contra un individuo incómodo para la izquierda se trata
de un hecho que amenaza a todos los enemigos de una ideología, que a la hora de
la verdad somos todos los colombianos amantes de la libertad y la democracia.
El futuro de Colombia vuelve a estar amenazado.
Alarma
el desequilibrio de poderes, hoy en el mundo el judicial legisla y cogobierna.
Triunfo vano fue el de la Asamblea Nacional venezolana. El mandato popular logrado
en unas elecciones no valió de nada frente al desconocimiento por el Tribunal
Supremo de Justica -al dictador sumiso-. La que legisla es la Asamblea Nacional
Constituyente, órgano del déspota Maduro. Qué mejor ejemplo que el venezolano,
con personajes tan sórdidos como en Colombia Petro, Córdoba y Cepeda, para
imaginar el porvenir que se avecina.
Ha
llegado la hora de acelerar la reforma de la justicia, el poder en la
democracia es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, luego no son los sujetos
de la reforma los que deben fijar el derrotero e inventar las trabas.
Comencemos a dar los primeros pasos para una Asamblea Constituyente.
Luis María Murillo
Sarmiento MD.