viernes, 14 de noviembre de 2008

MERITOCRACIA EN COLOMBIA: LA FARSA Y LA VERDAD

De feliz concepción etimológica, este ponderado neologismo no interpreta en la realidad la bondad que traducen sus raíces griegas y latinas.
Quienes se enteran, sin conocer antecedentes, del trámite en el Congreso de Colombia de una ley que propone la permanencia en el cargo de los trabajadores que hayan cumplido tres años en provisionalidad, pueden dar por válidas las objeciones que invocadas en nombre del sentido de justicia arremeten contra la norma en ciernes. Piden aquéllos coros que los provisionales se sometan a concurso con todo tipo de aspirantes. Pero resulta que provisionalidad en este país puede significar una vinculación tan larga como para acariciar el derecho a una pensión, y una expectativa de tal naturaleza no puede desaparecerse de un plumazo. Un vínculo de tantos años hace concebir con toda razón al empleado una estabilidad que no puede de forma antojadiza suprimirse. Es además una concepción de igualdad mal entendida, porque nunca será igual de equitativa la evaluación de un trabajador que viene desempeñando sus funciones, que la de un aspirante que apenas se conoce. Es real el conocimiento de aquél, el de éste apenas se presume. Y si deficiente ha sido el desempeño del trabajador provisional, que sin mayor dilación ceda su puesto al aspirante que puede superarlo.
La percepción de quienes no somos parte comprometida –porque no esperemos beneficio alguno de la aprobación o del naufragio de la ley- es que la idea de la meritocracia que nos quieren vender es una farsa, más cuando somos testigos del drama de los provisionales. Como farsa es un proceso de habilitación y acreditación de las instituciones de salud -que por estos tiempos se adelanta- a juzgar por los exámenes que han presentado sus trabajadores. Examen desconectado por completo de su actividad asistencial, pero profundo en el conocimiento de normas y ‘leguleyadas’. Preocupante que así se habiliten o acrediten instituciones que en un momento dado no cuentan con un acetaminofén ni una aspirina. Vaya seguridad la que dan las autoridades de salud a la ciudadanía.
Si nuestra meritocracia en justicia real se tradujera, los buenos trabajadores provisionales que hoy sirven a las instituciones públicas podrían asegurar su estabilidad con el concurso. Preveo que no será así y que serán desplazados por los suertudos que siempre hay en los exámenes. Por eso apoyo la ley que se tramita.
Los exámenes suelen ser un maquillaje que no retrata la realidad del aspirante. Pruebas fundadas en conocimientos teóricos que no reflejan el ejercicio cotidiano del cargo que debe desempeñar el evaluado. Reside su valor tan sólo en la medición de todos los aspirantes con la misma vara, para dar a la prueba un aura de igualdad y de justicia. ¿Pero de qué vale el conocimiento minucioso de una técnica quirúrgica –nota sobresaliente en un examen- si no se pueden reconocer en plena cirugía los tejidos del paciente que se está operando? Peor aún, ¿de qué sirve a un paciente, que quien deba practicarle una intervención quirúrgica conozca o ignore las particularidades del Fondo de Solidaridad y Garantía del Sistema General de Seguridad Social? Una evaluación idónea requiere más que un cuestionario: una prueba práctica que demuestre la capacidad del candidato. No debiéramos confiar jamás en pruebas tan superfluas, la verdadera evaluación debe llevarse a cabo en el mismo entorno laboral. A cambio de exámenes de selección ambiguos podría pensarse en periodos de prueba en las instituciones para valorar el desempeño.


Luis María Murillo Sarmiento
Médico Ginecólogo

MÁXIMAS Y FRASES INCISIVAS

Sin mayor preámbulo, éstas son algunas de las frases y sentencias en que han concluido muchas de mis interminables reflexiones:

«El único inconveniente de la libertad es que nos toca responder por todo lo que hacemos».
«Debe respetarse la diversidad, pero no dejarse someter por ella».
«Los adultos somos un cúmulo de maldades que crece con los años».
«Sólo creo en la inocencia de los niños».
«El niño ve con naturalidad lo que el moralizador ve con malicia».
«Para la justicia humana más importante que esclarecer la verdad, es beneficiar a quien con más sagacidad utiliza sus recursos».
«Nada más peligroso que las minorías, que procuran someter a la mayoría con el pretexto de su desventaja».
«La rebeldía juvenil es la respuesta obvia a la intransigencia del adulto, siempre poseedor de la verdad, siempre dueño de las normas».
«Si Dios quisiera que el proceder humano se ciñera a un modelo inquebrantable, no hubiera infundido en el hombre la razón, la voluntad y la conciencia».
«Los mandatos de Dios se conocen descubriendo las leyes de la naturaleza».
«Reconocer los derechos de la mujer no es conferirle cuotas burocráticas que sólo toman en consideración los genitales. Es reconocerles, sin excepción, su dignidad humana, para que sus méritos compitan con los del hombre en igualdad de condiciones».
«Tan despiadada se tornó la humanidad, que sin sonrojo mide las incapacidades y las muertes en términos de producción perdida. ¡Ah tiempos en que el hombre sin tener que producir era valioso!».
«Gracias a la productividad el hombre va en camino de su propia destrucción».
«La mujer burlada es implacable».
«La fe sin demostraciones de benevolencia no conduce a nada».
«No todo en la vida es trascendente, dejemos de posar de serios».
«Las hieles del rencor sólo amargan a quienes lo pretenden, y casi nada a quienes son su objeto».
«No se tiene autoridad moral para sentenciar a quienes cometen nuestras mismas faltas».
«Quien desconoce el amor y el perdón ha de ser buen huésped del infierno».
«El placer sólo es malo cuando ocasiona un daño manifiesto».
«Sin intención de daño no hay pecado».
«Tanta maldad concibe el hombre, que no le hace falta demonio que lo inspire».
«El demonio es el hombre, el diablo es la disculpa para excusar sus faltas».
«Las mayorías nunca pretenden tantos derechos como las minorías. Las minorías son insaciables».
«El idealista está dispuesto a morir por sus ideas, el revolucionario, a asesinar por ellas».
«Al igual que todos los humanos, no soy poseedor de la verdad, apenas soy dueño de la mía».
«Defender las creencias es lícito, imponerlas censurable».
«La verdad absoluta es ignota para el hombre».
«Los comunistas son fósiles y su combustible mortal para la democracia».
«Tan peligrosas como el totalitarismo, llegan a ser la religión y la moral, para la libertad del hombre».
«Es cuestión de tiempo, para que los temperamentos tiránicos y envanecidos luzcan disminuidos y en desgracia».
«Creen las empresas a sus trabajadores artículos de su inventario. Los cohíben y disponen de ellos en un auténtico secuestro laboral».
«A los movimientos totalitarios, como el comunismo, se les deben proscribir los derechos que da la democracia. Se valen de ella para acceder al poder y luego exterminarla».
«La justicia es una ruleta rusa: por igual acierta o se equivoca».
«La verdad es lo que satisface la razón. Luego es apenas una certeza personal cuando existen millones de razones».
«La irracionalidad del placer reside en terminar siendo esclavo del estímulo que lo propicia».
«Es la honestidad en la búsqueda de lo correcto, más que el acierto en la consecución de la verdad, lo que ennoblece la conducta de los hombres».
«La justicia es ciega... porque no le importa donde quede el fiel de su balanza».
«Dios es universal, no puede ser apenas la deidad de unos creyentes. Dios es uno y el mismo para todos».
«¿Violentar, sojuzgar o matar en nombre de la fe, qué tiene de divino?».
«Las guerras santas son malignas, de virtud no tienen nada. Son obra de ciegos fundamentalistas que en su estupidez no se dan cuenta de que ofenden al dios por el que luchan».
«La felicidad no es un regalo, es una obligación con todo ser humano. ¿Hacen felices los padres a los hijos? ¿Hacen felices los colegios a los niños? ¿Hacen felices las empresas sus trabajadores?».
«Los niños a estudiar y los adultos a trabajar: ¡Qué vida tan miserable la del ser humano!».
«Todo lo vanguardista muere como retardatario».
«La aplanadora del sexo y el instinto no se ataja con principios y valores, pero intentarlo es lo sensato».
«Quien incurre en lo que juzga, termina enjuiciando con más benevolencia».
«Para el hombre, frente a la mujer sólo existen deberes; para la mujer, frente al hombre sólo existen derechos ».
«Lo que muchas mujeres ansían no es un hombre, sino una mascota bien domesticada».
«Los esposos no son más que extraños que se creen con derechos el uno sobre el otro».
«Nunca como en el colegio se pierde tanto tiempo y tanto esfuerzo en adquirir conocimientos que nunca se recuerdan».
«Si la socialización es lo poco rescatable de la vida escolar, los colegios deberían transformarse en clubes para niños».
«Sólo la crítica supera en subjetividad al arte y al artista».
«Los críticos creen conocer a artistas y escritores mejor que lo que ellos mismos se conocen. Saben más de las obras que quienes las crearon».
«Ser fiel demanda ser perfecto. Que la pareja sea perfecta, aunque ayuda, no garantiza nada».
«Quien ama, encuentra gratos motivos para vivir y profundas satisfacciones para morir tranquilo».
«Las únicas normas imperiosas son las que previenen el daño que un ser humano puede causar a otro. Las que sólo pretenden subyugarlo con frecuencia deben transgredirse».
«En materia sexual lo único reprobable es lo abusivo. En lo consentido, la intromisión es la indebida.
«Para la sociedad es más importante el castigo de la falta que el arrepentimiento del culpable; más la condena que lastime, que la rehabilitación del infractor».
«Nuestra naturaleza humana y vulnerable yerra fácil; se agita entre el bien y el mal, entre el pecado y el perdón; y absuelve para ser absuelta».
«Los políticos no suelen representar al pueblo: representan sus propios intereses».
«El enamoramiento es una psicosis deliciosa que cura el matrimonio».
«Hay que ser demasiado tonto para creer en el amor eterno».
«La fidelidad no es una obligación tan obvia. Se anhela como un dictado inconsciente del egoísmo de cada ser humano, dispuesto a apropiarse de las personas como hace con las cosas».
«Entendí la rebeldía juvenil, porque vi en ella una respuesta honesta a un mundo discutible, en el que la verdad a nadie pertenece».
«La rebeldía del joven termina en la resignación del adulto; y el conformismo del adulto en la intolerancia del anciano, al final doblegado por el tiempo».
«La sociedad siempre ha manipulado la verdad, la ética y las normas al amaño de sus propia conveniencia».
«No debemos sentirnos culpables de no poder cambiar lo inevitable, sino satisfechos de haber realizado lo debido».
«No hay nada más rebatible y siniestro que las afirmaciones de una mujer que ha sido traicionada».
«El enamoramiento es el más imperfecto de todos los amores».
«Hay dos etapas sucesivas e indefectibles en la relación de la pareja: la del amor y la del resentimiento».
«Los instintos buscan la preservación del individuo y de la especie. Simplemente existen. Ponerlos al escrutinio del bien y el mal es realizarle un juicio al creador del universo».
«La moral debe ser respetuosa del instinto. Su campo es lo sujeto a la voluntad y el albedrío».
«La mujer es para el hombre lo que el juguete es para el niño».
«La concepción humana suele ser un accidente inesperado y no pocas veces un suceso indeseado. Así que es la crianza y no la vida la que merece el agradecimiento de los hijos».
«Disfruta el placer sin permitirle convertirse en vicio. Sé medido con el gozo para que nunca pueda someterte».
«Dejarnos subyugar por cuanto más nos gusta termina por cansarnos, o por forjar una costumbre que duele cuando no se sacia».
«Los valores del hombre son mentira, todos los violenta, todos los incumple. Los proclama en publico, y los vuelve añicos en privado».
«El hombre cree por naturaleza; en su esencia está Dios, y nada lo acerca más a Él que sus penas y sus sobresaltos».
«El ser humano es contradictorio. Se somete al jefe opresor, pero desacata al jefe bondadoso. Eterno inconforme, encuentra desasosiego en la paz y propicia la guerra; víctima de la guerra, implora la paz».

Luis María Murillo Sarmiento

miércoles, 1 de octubre de 2008

EL ASESINATO DE LUIS SANTIAGO*: UN CASO PARA REPENSAR NUESTRA JUSTICIA

Nada agita más la ternura en la entraña humana que la vida frágil e inocente de un infante. Nada mueve más los mejores sentimientos que el amor instintivo por los hijos. Con el asesinato de su propia criatura desborda el criminal los límites de la maldad, rebasando hasta lo que suele ser para los delincuentes –siempre protervos- más sagrado: los niños y los hijos. Con razonable causa, fundada en la indignación y el dolor, pide la ciudadanía cadena perpetua y hasta pena de muerte para el padre homicida.

Ayer la pedíamos para los violadores, antes o después –igual da- para los secuestradores y para los autores de masacres. Y es lógico que los castigos sean ejemplares, pero hay consideraciones que pesan más que la duración de la pena en la aplicación de la justicia, porque administrarla es más que incrementar castigos, y que privar de libertad; es rehabilitar delincuentes, dar garantías a la sociedad y prevenir el delito. Conseguir que se apliquen las leyes y se cumplan las sentencias, porque con impunidad cualquier castigo por tenebroso que parezca es letra muerta. De esta reflexión se concluye que nuestra justicia debe repensarse: su ineficacia es comprobada.

No parece coherente nuestro código penal, ni juiciosas las interpretaciones de los jueces, cuando los peores delitos pueden pagar menos condena que quebrantamientos menores. Cuando el descuartizamiento premeditado y frío de centenares de víctimas hasta ocasionarles la muerte merece sentencias irrisorias que no sobrepasan los 8 años de prisión; mientras un trastornado por una crisis de ansiedad –por ejemplo- se presume peligroso secuestrador merecedor de drástica y prolongada condena.

Es oportuno preguntarse si la justicia sólo debe obrar a partir de la consumación de los delitos con el único ánimo de aplicar sanciones, o si debe encaminarse también a la prevención de los delitos, por caminos alternativos a la disuasión que debieran propiciar las penas.

La personalidad del delincuente no es asunto menor en la determinación de los castigos. Rehabilitar más que vengar demanda el principio de justicia, crear conciencia del daño, arrepentimiento del transgresor, y reparación de la víctima. Pero también aislamiento permanente del antisocial -cadena perpetua- en casos irrecuperables o intratables –sociópatas-, y aplicación de la pena de muerte como último recurso para proteger a la sociedad -nunca para vengar delitos- de peligrosos criminales que ni tras de rejas pueden controlarse.

Definitivamente falta racionalidad en Colombia en la aplicación de la justica; y la reforma propuesta por el gobierno está distante de proveer al país del sistema judicial que a gritos necesita. La justicia modelo debe ser aplicable, verídica, proporcional, creíble, confiable, eficaz, imparcial y preventiva.

Los delincuentes tanto como los delitos deben individualizarse, y en el caso particular que no ocupa, clamo, como todos los colombianos dolidos con la muerte de Santiago, por el más ejemplar de los castigos. Sólo amor se debe a los hijos y a los niños.


• En el municipio de Chía (Cundinamarca – Colombia) un padre pagó por el secuestro y asesinato de su hijo de 11 meses.

Luis María Murillo Sarmiento

jueves, 18 de septiembre de 2008

LA GUERRILLA EN LAS UNIVERSIDADES COLOMBIANAS

Para un país que anhela deshacerse de una pesadilla, y que por fin acaricia el derrumbamiento de una subversión criminal, bárbara y sin ideales, causa inquietud genuina el adoctrinamiento que las Farc en su agonía adelantan en colegios y universidades. ¡La intromisión de encapuchados en ámbito alguno puede tolerarse! Tras de capuchas nunca se han ocultado hombres de bien, apenas cobardes criminales. El hombre recto siempre da la cara y nunca teme defender su pensamiento. El riesgo es inclusive orgullo para quien lucha por sus convicciones, quien se oculta carece de ideal y valentía. La máscara oculta en este caso la cara del instigador cobarde, pero también, la vergüenza de la pobreza intelectual de sus acciones. Mas no por su ridículo y mísero contenido, pueden tolerarse las arengas que incitan al delito. Luego se equivoca el rector de la Universidad Distrital, Carlo Ossa Escobar, al minimizar la gravedad del incidente* con explicaciones infantiles que recuerdan el carácter pusilánime de las autoridades que en reciente pasado permitieron a las Farc entronizase. Puede el baboso discurso de una guerrilla sin argumentos sucumbir en el encumbrado ámbito académico de las universidades, pero puede también propiciar incendiarios resultados al explotar la ingenua rebeldía de muchos adolescentes. Si fuera tan rotundo su fracaso, seguramente la guerrilla no se valdría de esta estrategia.

No parece el rector Ossa simpatizante apologético del terrorismo de las Farc, cual la senadora del turbante**, descarada en la demostración de su apoyo y de su afecto, pero cumple con su ingenuidad igual oficio. Luce bien, para mi gusto, su imagen de padre bondadoso que quiere y defiende a sus alumnos –al fin y al cabo el grueso del estudiantado es víctima potencial y no verdugo-, pero su tolerancia y falta de autoridad ante los infiltrados desdice de su actitud de padre previsor, obligado a proteger con firmeza a sus muchachos.

Le hace falta al rector de la Universidad Distrital, y no se a cuántos rectores más, una posición enhiesta contra quienes hacen apología del crimen. Disculpar el uso de capuchas no debe ser actitud ejemplar ni edificante. Si de los jóvenes de hoy esperamos dirigentes transparentes, no los enseñemos a actuar escondidos tras de máscaras. Y que la autoridad persiga sin desmayo a los residuos de las Farc que acechan a la juventud decente y estudiosa.


* Ante la mirada apacible del rector de una prestigiosa universidad pública de Bogotá, unos intimidantes encapuchados de las Farc arengaron a los estudiantes de primer semestre con consignas del movimiento guerrillero y rindieron homenaje a los sanguinarios cabecillas dados de baja por las autoridades. Para el rector fue la demostración apenas del derecho a la libre expresión consagrado por la constitución política.
** Piedad Córdoba


Luis María Murillo Sarmiento M.D.

viernes, 5 de septiembre de 2008

TRAS LA HUELLA DE JOSÉ CELESTINO MUTIS, EN EL SEGUNDO CENTENARIO DE SU MUERTE

Hace 200 años murió en Santafé de Bogotá José Celestino Mutis, Sus conocimientos profundos en muchas disciplinas dejaron honda huella en la cultura colombiana, Aunque representa la Expedición Botánica el mayor de sus legados, no es menor su aporte a la historia de la nuestra medicina. Como homenaje a su memoria destaco en este escrito (editado de otra de mis publicaciones) su paso por el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, y su imponderable papel en la organización de la mejor cátedra de medicina en el Virreinato de la Nueva Granada.

INTRODUCCIÓN
Fray Cristóbal de Torres, confesor en la corte de los reyes católicos, llegó al Nuevo Reino de Granada en 1635, con la misión de renovar la espiritualidad y la moral, que desde la distancia de los dos mundos se percibía arruinada por un clero ignorante y afecto a los bienes materiales. Felipe IV lo designó y Urbano VIII lo nombró octavo Arzobispo del Nuevo Reino de Granada en 1634. El célebre dominico concibió la fundación de un instituto de estudios superiores al percibir la rivalidad académica entre su comunidad y la compañía de Jesús, tranzadas en pleitos de carácter legal. "Hipotecando sus rentas y sus bienes por la suma de ciento diez mil pesos”, escribió Germán Pinilla Monroy, protocolizó su fundación con el escribano Tomás Guío Cervelló en 1645. Ese nuevo ente educativo, consagrado a la las cátedras de teología, leyes y medicina, es el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, construido en casas de la propiedad de Fray Cristóbal en la carrera sexta con calle catorce de la Bogotá actual. En 1651 recibió la aprobación real, que le concedió al colegio los mismos honores y privilegios de que gozaba el del Arzobispo de Salamanca. En la cumbre de sus 80 años y siete meses antes de su fallecimiento, Fray Cristóbal de Torres inauguró solemnemente su colegio, el 18 de diciembre de 1653.

APARICIÓN DE MUTIS EN SANTAFÉ DE BOGOTÁ
La cátedra de medicina tuvo un destino azaroso, con muchas interrupciones dependientes de la cuestionada idoneidad de sus docentes, y de la apatía de los jóvenes santafereños, poco adeptos al estudio de la medicina. No obstante en 1760 llegó a Cartagena y en febrero de 1761 a Santafé un joven médico gaditano que habría de convertirse en el padre de la medicina colombiana: José Celestino Bruno Mutis y Bosio. Había tomado en Sevilla los cuatro cursos de medicina: prima, vísperas método y anatomía, y cirugía, y había realizado los dos años de prácticas en Cádiz, para graduarse en 1755.

Su sabiduría fue manifiesta desde su misma llegada, al punto que el rector León y Herrera le ofreció la cátedra de medicina, la que no aceptó en consideración a quien la regentaba y por el tiempo que conllevaba la enseñanza. Mutis fue reacio a aceptar la cátedra en el Colegio del Rosario, probablemente porque sus planes eran demasiado serios y ambiciosos, nunca por falta de vocación académica, puesta de presente desde su llegada a Santafé con lecciones privadas de matemáticas y astronomía, que llevaron a Don José Joaquín Herrera y León a proponerle que las dictara en las aulas del Colegio. El 13 de Marzo de 1762 Mutis inició en el Rosario, y con él en el Nuevo Reino de Granada la cátedra de matemáticas. Sus lecciones habrían de introducir conceptos novedosos, revolucionarios para el Nuevo Mundo. Pero por difundir “doctrinas falsas”, que no eran otras que las indiscutibles enseñanzas del célebre astrónomo polaco -Nicolás Copérnico-, los religiosos de la Universidad Tomística llevaron ante la Inquisición el caso. Sus jueces sin embargo no se atrevieron a condenar ni a Copérnico, ni al sabio gaditano. Desde 1762 y hasta su muerte, seguiría Mutis vinculado a las cátedras del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, pero sólo hasta las postrimerías del siglo lo estaría a su Facultad de Medicina.

LA MEDICINA EN EL VIRREINATO DE LA NUEVA GRANADA
Muerto Don Vicente Román Cancino, prácticamente el primer profesor de medicina en la Colonia, volvió el ofrecimiento a Mutis. Su paciente, el Virrey Messía de la Zerda escribía: "Con él se conseguirá el alivio de tener médicos de suficiencia en esta ciudad, que hasta ahora ha vivido sujeta a los que aparecen o transitan de fuera, obligando la necesidad de valerse de ellos sin detenerse en examinar su talento y la legitimidad de sus títulos". Abstraído en sus investigaciones, Mutis nuevamente rechazó el cargo, que fue asumido ante el rector del Colegio del Rosario Miguel de Masústegui, por Juan Bautista de Vargas, discípulo de Román Cancino. El virrey confirmó a Vargas en enero de 1767 como catedrático de prima en medicina, y las lecciones comenzaron en 1768. Pero poca vida alcanzaron: Vargas poco docto, terminó por abandonar la cátedra. Aunque volvió a intentarla en 1774, la reforma educativa de Moreno y Escandón le impidió continuar. La facultad se cerró y Vargas finalmente no graduó a nadie. En 1777 Sebastián López Ruiz rechazó la cátedra y otro candidato, el padre Miguel de Isla se vio inhibido para regirla por no tener facultad para ejercer. Mutis seguía siendo el indicado, al ser el médico más sabio del Nuevo Reino.

En 1784 Francisco Vergara se encargó de la cátedra, pero flacos debieron ser sus oficios porque ni siquiera fueron considerados en el memorial del rector Caicedo al Virrey Mendinueta en 1799, pues le manifiesta su preocupación por reanudar la cátedra suspendida 26 años atrás desde la muerte de Vargas.

El padre Isla, quien continuaba interesado en la actividad académica, presentó ante Mutis en 1794 los exámenes pertinentes que demostraron su excepcional calidad médica. Mutis afirmó de él: "Aun cuando hubiese muchos profesores a escoger, ninguno lo aventajaría en las proporciones en que se halla constituido el Maestro Isla para el completo desempeño de la cátedra. Sus luces, su afición a todas las ciencias naturales, su constante aplicación, su genio para enseñar, de todo estoy bien asegurado. [...] Un profesor tan benemérito para dar principio a la enseñanza de una facultad tan interesante al consuelo de todas las provincias del virreinato, expuestas al azote de ignorantes curanderos y charlatanes advenedizos que se fingen médicos y tolera el gobierno por necesidad". En realidad hasta ese momento la cátedra había sido insuficiente y aunque había graduado médicos, éstos habían sido más de nombre; su bagaje científico no era ni extenso ni profundo. Faltaba el impulso renovador de Mutis. Del estado deplorable de la medicina en Santafé y el Nuevo Reino daban cuenta muchas quejas, entre ellas las de Sebastián López Ruiz, Juan de Arias, José Antonio Burdallo, y el mismo José Celestino Mutis.

MUTIS E ISLA EN EL COLEGIO DEL ROSARIO
En procura de un nuevo plan de estudios de medicina, el muy ilustre rector Fernando Caycedo y Flórez, quien mereciera el título de segundo fundador del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, sugirió al Virrey en 1798 su elaboración por el Sabio Mutis. El Virrey Mendinueta aceptó la solicitud en junio de 1799 y aprobó la reapertura de la cátedra regentada interinamente por el padre Isla. Solicitó además al Rey que eximiera al Padre Isla de los requisitos legales para recibir el grado, en gracia de sus profundos conocimientos médicos. Una cédula real de octubre de 1802 lo nombró catedrático de Medicina, sin necesidad de graduarse previamente.

Mutis e Isla presentaron el plan de estudios que dio vida nueva a la Facultad. Propuso Mutis al doctor Honorato Vila como profesor de anatomía, A Gil de Tejada para medicina teórica, al padre Isla para la medicina práctica y la clínica, a Sebastián López Ruiz para la doctrina hipocrática y a Francisco Antonio Zea para la botánica; además propuso un sueldo de 500 pesos anuales para cada profesor.

Los estudios contemplaban ocho años: cinco de teoría y tres de práctica. En el primero, anatomía teórica en el Colegio y práctica en el Hospital de San Juan de Dios -el más antiguo de Santafé, fundado desde 1564-, en el segundo instituciones médicas, en el tercero patología general y particular, en el cuarto y quinto doctrina hipocrática, y a continuación tres años prácticos en el hospital para recibir la licencia para ejercer. Los cirujanos, en cambio, en tres años debían realizar sus estudios teórico-prácticos: uno de anatomía, otro de instituciones quirúrgicas y otro de práctica quirúrgica. Existieron también los médicos romancistas a quienes no se les exigen estudios en latín. Mutis e Isla vieron la conveniencia de inculcar las ciencias exactas y la historia natural, y de atenuar la enseñanza de la metafísica y los autores latinos. Los estudiantes debían asistir diariamente al hospital a visitar a los enfermos, llevando evolución detallada del curso de su enfermedad y de los éxitos y errores de la terapéutica, y debían realizar prácticas quirúrgicas: no serán más, como hasta el momento había ocurrido, simples oyentes de la lectura de la cátedra prima. Mutis también abogó por la enseñanza del francés, inglés e italiano, idiomas en que se difundía los adelantos científicos de la época.

Fueron guía para los estudiantes las obras de Heister, Boerhaave, Hipócrates, Murray, Cullen, Lavoisier, Chaptal, Fourcroy, Ortega y Paláu, Switen, Sydenham, Morton, Gorter, Haller, Haen y Tissot.

En 1801 por orden real se separaron las facultades de Medicina y Cirugía, y un año después se nombró a Mutis regente de estudios por Cédula Real.

Las clases de anatomía se iniciaron el 18 de Octubre de 1802 con 16 estudiantes (dos de ellos de asistencia libre). Figuraron entre ellos Luis García, José García, Antonino Nacari, Joaquín Cagiao, Rafael Flórez, Buenaventura Torres y Vicente Gil de Tejada. Por primera vez se efectuaron disecciones completas de cadáveres en el Nuevo Reino.

El 18 de octubre del año siguiente se abrió el nuevo curso, enseñando las Instituciones de Boerhaave. El Hospital se quedó sin médico para la asistencia, pues el padre Isla se había dedicado por completo a la docencia. Fue tal su entusiasmo, que de sus propios recursos adquirió los implementos para la enseñanza.

El número de estudiantes creció, ingresaron entre otros José María Fernández, Miguel Domínguez, Esteban de la Quintana, José Fernández Madrid, Pedro Lasso de la Vega y Marcelino Hurtado. Gil de Tejada, el estudiante más brillante fue nombrado profesor substituto (monitor) de los estudiantes de primer año.

En mayo de 1804 Mutis e Isla introdujeron algunas reformas. Hicieron de la física mecánica, estática e hidráulica prerrequisito para el estudio de la medicina; enfatizaron la química, la botánica y la farmacia; insistieron en las disecciones de cadáveres humanos y animales en anatomía; dieron pautas para el estudio de la patología, de la fisiología, la semiología, la clínica, la cirugía y la terapéutica; todo al lado del paciente. Hasta las características climáticas y ambientales, y las enfermedades propias de las regiones en donde habrían de ejercer los nuevos médicos se concibieron en el desarrollo de la cátedra. Para repasar a los alumnos, se estableció un año de pasantía, en el que a la vez ayudaban al profesor en sus labores. A los cinco años de estudios los estudiantes debían recibir el título de bachiller y continuar en práctica diaria durante tres años en el hospital. A los cirujanos romancistas Mutis les impuo dos años de teoría y tres de práctica.

El 16 de Julio de 1805 Joaquín Cagiao fue el primer médico en graduarse, sustentando en el Colegio su tesis "De inflamatione et de febribus in genere Theses patologicae Quas Deo juvante et praeside D.D. Michaele Isla Medicinae Cathedrae Moderatore Regio tueri conabitur Joachin Cagiao Artium liberalium ac juriis civilis Boccalareus", primera tesis médica que se imprimió.

La enseñanza de medicina en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario era admirable, por ello Francisco Lee, rector de la Real Pontificia Universidad de Santo Tomás, rechazó en 1805 la costosa creación de la cátedra de medicina en su universidad.

En 1806 se graduaron Gil de Tejada y Miguel Domínguez y Flórez. También el padre Isla, quien por fin recibió su grado en la Universidad Angélica. Muerto Isla al año siguiente, fue reemplazado en la cátedra por Gil de Tejada, el más experimentado de sus discípulos. Fueron sus alumnos José Félix Merizalde, José Joaquín García, José Zapata, Miguel Ibáñez, Benito Osorio y Francisco Quijano.

El 11 de septiembre de 1808, apenas meses después de la dolorosa partida del padre Isla, el Colegio del Rosario debió sufrir la pérdida del sabio Mutis. Su ausencia se sentiría en todos los confines del virreinato, con razón afirmó Caldas: "Qué pérdida para las ciencias, para la Patria y para la virtud". Cumpliendo sus deseos, la iglesia del Monasterio de Santa Inés, lo acogió como su última morada.

En 1810 y previo al grito de independencia Gil de Tejada graduó a José Félix Merizalde y a otros de sus discípulos, pero más amigo de la monarquía que de la causa patriota, clausuró la cátedra. A la causa de la libertad se adhieren muchos médicos rosaristas. Terminó la colonia, y con ella el esplendoroso porvenir de la Facultad del Colegio del Rosario, pero siglo y medio después renacería.

LUIS MARÍA MURILLO SARMIENTO
Médico Rosarista


BIBLIOGRAFIA
1 -Primera promoción de médicos del Rosario, en Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 72;131-146:1973
2 -Ariza Alberto E, Fr. Cristóbal de Torres, O.P. Ed. Kelly, Bogotá, 1974, 139p
3 -Colciencias. Apuntes para la historia de la ciencia en Colombia. Servicios especiales de prensa, Bogotá, 1970, 269p
4 -Hernández de Alba Guillermo, Diario de Observaciones de José Celestino Mutis. Editorial Minerva, Bogotá, 1957, Vol 1, 493p
5 -Hernández de Alba Guillermo, Archivo epistolar del sabio naturalista José Celestino Mutis. Imprenta Nacional Bogotá, 1949, Vol 1, 307p
6 -Ibañez Pedro M. Crónicas de Bogotá. Editorial A B C, Bogotá, 1951, Tomo I, 475p
7 -Ibañez Pedro M. Crónicas de Bogotá. Editorial A B C, Bogotá, 1951, Tomo II, 498p
8 -Montoya y Montoya Rafael, Grito de Independencia en Colombia. Ediciones Académicas, Bogotá, 1960, 667p
9- Murillo Sarmiento Luis María, La cátedra de medicina en el Colegio Mayor de Nuestra del Rosario, de la Colonia a los albores de la República, en Revista Poliatría Vol 1, No. 2, 41-45, 1993
10 -Pinilla Monroy Germán, Documentación sobre Fray Cristóbal de Torres, en Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 67;85-97:1973
11 -Pinilla Monroy Germán, Los conflictos interiores de Mutis, en Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 73;35-44:1973
12 -Rodríguez Avellaneda A. José, Fray Cristobal de Torres Fundador del Colegio del Rosario en Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 74;95-106:1974
13 -Soriano Lleras Andrés, La Medicina en el Nuevo Reino de Granada, durante la conquista y la colonia. Editorial Kelly, Bogotá, 2a. Ed. 1972, 348p.

lunes, 14 de julio de 2008

LA IGUALDAD DE LA MUJER Y LOS ATAVISMOS RELIGIOSOS

Que la mujer pueda acceder a las más altas dignidades no debiera ser noticia en el mundo occidental, sin embargo los medios de comunicación han destacado el que el Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra haya aprobado el principio por el que ellas pueden ser obispos. Justa determinación que se adecúa a las corrientes dominantes, que con toda razón proclaman la igualdad entre los sexos. Desde 1994 pueden en aquella comunidad las mujeres acceder al sacerdocio.

Pero más que esa, es el riesgo de escisión de la Iglesia Anglicana y la reacción del Vaticano la verdadera primicia informativa. El Vaticano encuentra en tal decisión un serio obstáculo para la reconciliación con esa iglesia. Anuncio propio del oscurantismo medioeval –defensa de ideas irracionales y retrógradas- que es a pesar de todo una noticia fresca.

No encuentra uno motivos valederos para que la mujer sea discriminada por las religiones. Porque realmente todas de alguna manera las segregan. Podrán existir rabinas en el judaísmo y pastoras en el protestantismo, pero existen con la fuerte oposición de las alas radicales (ortodoxas). Ni para qué hablar de la mujer sometido en el Islam y no, al parecer, porque el Corán les arrebate sus derechos. La discriminación surge en la mitología judeo-cristiana desde la misma creación de Eva, forzada a nacer de una costilla. Suceso menor al de la creación de Adán, hecho a imagen y semejanza del Dios que lo formaba. Tal vez por ello no prevaleció Lilit (primera mujer de Adán en las leyendas del folclore judío) creada de igual forma que Adán y en acto simultáneo. Lilit apenas es mencionada por Isaías en el Antiguo Testamento, y como bestia. Y Eva tiene el destino que todos conocemos: la perdición del hombre y de la especie. Hecho que nada tiene de real, pero en el que sustenta el aborrecimiento de la más encantadora de todas las criaturas, aquélla por la que el que hombre pierde el paraíso. Así llegan sometidas todas las evas hasta las tinieblas medioevales sin saber siquiera si realmente tienen condición humana. Cierto o no que en un dudoso concilio del siglo VI fuera motivo de debate la existencia de alma en la mujer, lo incuestionable es la inaudita inferioridad de la mujer en aquel tiempo.

Las mujeres en occidente ya han conquistado la mayoría de sus derechos. No hay mente racional que no los reconozca. Por eso admira que en la defensa apenas de una tradición intrascendente –no será si nunca ha sido- la iglesia se los niegue, Que no hubo entre los apóstoles de Jesús mujeres está por demostrarse, de haber sido así, tampoco sería una razón justificable.

Sana y justa es la igualdad de la mujer y el hombre. Tan malo es el feminismo desbocado como el machismo clerical que soporta mi protesta. El hombre que tanto la disfruta no puede por otro interés aborrecerla. En buena hora la mujer está conquistando el puesto que por méritos le corresponde. Atrás van quedando los tiempos en que al macho se le entregaban en pos de su sustento. La educación y el trabajo son las herramientas con las que deben apuntalar su independencia. Sobran las ‘leyes-atajo’ que la privilegian por cuestión de sexo, sanas son en cambio las normas racionales que les reconocen su capacidad y su talento. Mientras la ley les confiera oportunidades sólo por ser mujeres, tácitamente las seguirá teniendo por inválidas; en realidad las seguirá discriminando.

Y concluyendo el tema, pienso que los movimientos reformistas terminarán por imponerse. Son un alud incontenible, que no resistirán los fundamentalismos que de por sí suelen carecer de argumentos sólidos que los sostengan.


Luis María Murillo Sarmiento M.D.

domingo, 6 de julio de 2008

UNA MIRADA A LOS ERRORES MÉDICOS

Los 3200 millones de pesos a que ha sido condenada la nación por el Consejo de Estado por fallas médicas en los últimos años, sobresaltan a un gremio cuya vocación siempre ha sido humanitaria.

La medicina en buenas manos es una actividad segura pero no infalible. Dispone razonablemente los medios para el desenlace feliz, pero no puede en un caso en particular garantizar un resultado. Aunque la mayoría de las complicaciones se pueden prevenir, algunas son inevitables. No todo acto médico fallido o que produce un daño es indefectiblemente producto de la negligencia. Circunstancias que rebasan la diligencia y la pericia, y ajenas al ejercicio del médico, son con frecuencia la causa de un resultado infortunado: La idiosincrasia del paciente, los efectos secundarios o colaterales –consecuencias adversas esperables de un tratamiento médico o quirúrgico- y los errores asistenciales o administrativos, sólo para mencionar algunos. Por ello conviene mirar con lupa los errores que promueven las demandas. Y al hacerlo, encuentra tranquilidad de conciencia el cuerpo médico. Sabe que no fue por su culpa que un paciente cayó de una camilla, que en la farmacia confundieron el medicamento formulado o que un hospital negó la atención a un paciente grave.

Pero ese sosiego no es consuelo, porque el profesional de la medicina tiene un deber moral con sus pacientes, que lo obliga a alzar su voz cuando falla el sistema al atenderlos. Mucho va del error asistencial al error médico –el que se da por negligencia, imprudencia o impericia-. Las faltas médicas por fortuna no son tantas, pero los errores del sistema son nutridos, y peca el médico si guarda silencio ante las faltas.

Que ningún tratamiento sea infalible, se acepta inevitablemente. Como se admite que la vida y la salud humana tienen un límite más allá del cual nada consiguen la ciencia ni el fervor del médico. Pero no puede aceptarse que el medio en que se desarrolla la asistencia se vuelva riesgoso por motivos que no son irresistibles. Y percibimos los médicos un ambiente pernicioso: mercantilista, obstinado en la productividad, y obnubilado con indicadores que se preocupan más que de la calidad, de la cantidad de los actos realizados –al fin y al cabo es eso lo que se factura-. Que con la mente puesta en el comercio insiste en convertir en cliente al que por devoción y tradición es el paciente. Terminología que apenas cala en los negociantes de la medicina.

Ese ambiente es el propicio para el error y no debe ocultarse. Es preciso, por ejemplo, manifestar indignación por los tiempos irrisorios de consulta –más pacientes por hora para que la productividad aumente- que por obra de la burocracia se van en llenar formularios ociosos -tramitomanía exorbitante que podría simplificarse- y que restan al acto médico minutos preciosos que hacen la diferencia entre el yerro y el acierto. ¡La relación humana ya prácticamente desapareció de la consulta!
Igual ocurre en las urgencias, en las que el recurso humano insuficiente se compensa con cargas laborales excesivas, con turnos agotadores que son la génesis de muchos de los errores médicos.

Ni qué decir –juzgue el lector- de las intervenciones y los tratamientos negados por las empresas de salud, de los medicamentos restringidos, y del personal en formación convertido en responsable de la labor asistencial. Amén de los odiosos modelos de contratación que aunados a otras adversidades laborales redundan en un personal desmotivado.

Definitivamente los sueños idealistas del trabajador de la salud recién graduado están muriendo ante una realidad adversa y aplastante. Es hora de que las autoridades de la salud en Colombia tomen medidas. Médicos y pacientes demandamos que se corrija el rumbo.


Luis María Murillo Sarmiento M.D.

miércoles, 2 de julio de 2008

UNA NOTICIA FELIZ, INGRID BIENVENIDA A LA LIBERTAD

Hoy la emoción eclipsa las palabras. Es inmensa la felicidad que a todos los colombianos nos embriaga por el feliz rescate de Ingrid Betancourt, los tres norteamericanos y los once uniformados secuestrados. La operación impecable de las Fuerzas Armadas de Colombia renueva la confianza en nuestra fuerza pública y la política de seguridad democrática del presidente Uribe. ¡Bienvenidos a la libertad!

Luis María Murillo Sarmiento

sábado, 14 de junio de 2008

LOS REPAROS AL SISTEMA EDUCATIVO

Vuelve a estar en el ojo del huracán en Colombia el decreto 230 que expidió en el 2002 el presidente Andrés Pastrana y que consigna en sus artículos la promoción automática de los alumnos, consistente en que 95% de los estudiantes sean promovidos al siguiente grado así no hayan aprobado el precedente. Puede parecer de entrada un desatino, pero se le puede ver con ojos más benévolos cuando se lo interpreta como recurso contra la nada despreciable cifra de deserciones escolares. Y las habrá sin duda reducido, como lo hizo el incentivo económico que estableció en Bogotá el alcalde Luis Eduardo Garzón con idéntico propósito.

En su momento se creyó que facilitar la promoción del estudiante esfumaba el sentimiento de fracaso y con él la apatía por las actividades escolares. Hoy las voces se levantan contra la vida fácil que la norma encierra: alcanzar el premio sin ningún esfuerzo, coronar sin conseguir la meta. Aunque los críticos claman porque la norma se reforme, debemos aceptar que la solución es más compleja, que va más allá de las opiniones que se tengan sobre la evaluación y los criterios que han de determinar que un estudiante apruebe o se promueva. El meollo del asunto está en nuestro sistema educativo, carga difícil de lidiar por infecunda, que sabe a tortura a padres y estudiantes.

Educar es preparar a los niños para vivir en sociedad, desarrollar las facultades intelectuales y morales, dice el diccionario. La erudición, motivo primordial de las evaluaciones, es sólo un componente: el componente hipertrofiado de los planes de educación que se olvidan de la formación moral que rescataría al país de la degradación en que se encuentra. Lo menos que un padre demanda de un colegio es que haga un hombre de bien de su muchacho. Pero concentradas en cultivarle el intelecto, se olvidan estas instituciones de los frutos del espíritu. ¡Más vale un hombre de bien aunque ignorante! “Que no sepa historia, pero que no sea un delincuente”, “Que no me le enseñen cálculo pero que no me lo vuelvan drogadicto”, son ruegos reales que parecerían caricatura. ¿Cómo ocultar que las conductas delictivas que vemos en la sociedad comienzan en las aulas? ¿Qué hay en los colegios armas, droga, robos, extorsiones, agresiones y diferentes formas de violencia, mientras la atención se concentra con tozudez en las materias? Y para colmo al muchacho con problemas habitualmente se le da la espalda, se le cierran las puertas del colegio o de la escuela: para no formar y corregir se deshacen del problema. Vistas así las cosas, que académicamente un niño pase o pierda el año es lo de menos. Claro que deben los padres formar en los hogares, pero el esfuerzo se derrumba si otra es la influencia que de sus condiscípulos reciben por falta de supervisión en las escuelas.

¿Y qué decir de la academia? Qué cultiva más que el pensamiento la memoria. Que por desabrida e inflexible la mayoría de los estudiantes la rechazan. Sin embargo, hoy los muchachos en forma autodidacta aprenden en el computador con tal destreza que parece la máquina un órgano más cumpliendo a cabalidad con sus funciones. Sin el aburrimiento que las aulas les producen pasan horas interminables frente al ordenador dominando por entero las aplicaciones que le son interesantes; chateando, descargando música, bajando del ciberespacio fotos y videos, jugando en línea, practicando partituras, conociendo el mundo y los países desde los mapas que los satélites les brindan, aprendiendo la biografía de sus jugadores y cantantes favoritos, conociendo la historia de las tribus urbanas juveniles –esbozo de conocimiento socio antropológico-, conociendo flora exótica y animales salvajes, para mencionar una mínima fracción de lo que hacen. Nociones que las generaciones de la vetusta máquina de escribir no aprenderían tan fácil. Actividades que desarrollan las facultades mentales de los jóvenes y que para la vida práctica son más importantes que saber definir un hiato o un diptongo, o poder reconocer el trinomio que como un cuadrado perfecto puede ser factorizado. Y qué vergüenza, estas actividades se hacen con dedicación y sin esfuerzo, mientras sufren en las aulas los maestros para mantener a los mismos chicuelos concentrados en sus clases. Los muchachos se niegan a aprender porque es mala la enseñanza, porque son excesivas las materias, porque los contenidos académicos se volvieron dogma -¿o acaso todo lo que se enseña es pertinente?-, e incapaces de cambiar son los de siempre; porque son rígidos y desconocen que las inclinaciones y las habilidades no son idénticas en todos los muchachos -¿hasta cuándo continuarán los contenidos rígidos, iguales para todos?; porque no exploran ni desarrollan la vocación de los alumnos, al extremo que a punto de graduarse vacilan aún en escoger carrera. Si esta misión al menos se cumpliera años antes de recibir su cartón de bachiller los jóvenes tendrían una clara visión de su futuro. Triste es que al cabo de 15 años de “academia” los colegios gradúen seres inútiles que comienzan a olvidar lo que aprendieron. Y que lo refute el primer adulto que recuerde de tan exhaustiva enseñanza los detalles.

El gobierno debe darle un vuelco total a la enseñanza, revisar el currículo para dejar en él lo pertinente, flexibilizar la profundidad y la intensidad de las asignaturas -para que el estudiante aprenda con agrado-, anteponer –pero de verdad- el razonamiento a la memoria, acoplar las materias con la inclinación vocacional del estudiante –lo exagerado para uno puede ser insuficiente para otro-, desarrollar mejores métodos para la enseñanza, educar con sentido práctico desarrollando habilidades que hagan del bachiller un ser laboralmente productivo. Si no ha de hacerse, ¿para qué reformar la promoción automática? ¿Para qué volver al sobresalto de los años reprobados por culpa de un conocimiento que de pronto da igual adquirirlo que ignorarlo? Reconozcámoslo: los adultos no sabemos enseñar, estamos pervirtiendo la formación intelectual de los muchachos. Falta ingenio para que los conocimientos que pretendemos inculcar se adquieran con la facilidad con que los niños aprenden jugando en su computador la “Edad de los imperios”. Tal como van las cosas los maestros serán desplazados por los ingenieros de sistemas. Y no es lo deseable, podrían trabajar mancomunadamente. Éstos ya demostraron que tienen la llave para acceder a la mente de los niños, pero los maestros son los guías con los que deben los jóvenes poner el conocimiento a prueba, analizando y criticando lo aprendido. Grabar datos ya pasó de moda, lo hacen los computadores en sus discos duros. La mente del hombre es para más encumbrados menesteres. La inteligencia humana está hecha para enriquecer y procesar, más que para memorizar conocimientos.

Luis María Murillo Sarmiento

lunes, 12 de mayo de 2008

ABORTO: EL ACATAMIENTO DE LOS FALLOS Y EL RESPETO A LAS CREENCIAS

Acertada o no, la decisión de la Corte Constitucional de Colombia de despenalizar el aborto tiene un carácter perentorio. Así funcionan los Estados de derecho. Y los fallos deben respetarse no por la sabiduría excepcional de sus autores –humanos como cualquiera de nosotros- sino por el respeto a las instituciones que deriva en una apacible convivencia. Pero una sentencia polémica como la despenalización del aborto no puede sojuzgar los principios de quienes ven como acto indebido la temprana interrupción del embarazo. Por ese motivo se consagra la objeción de conciencia para quienes disienten de la determinación. Pero el error está en pensar que solamente se fundamenta en creencias religiosas como lo afirma la sentencia en sus consideraciones. Así se violaría el derecho a la objeción de los médicos agnósticos. Yo ginecólogo católico -por tradición-, no soy hombre de dogmas y mi oposición al aborto se estructura en un marco moral y filosófico, Motiva mi profesión el más profundo respeto por la vida humana y el ejercicio de un apostolado eminentemente humanitario. Fuera de ese contexto puedo considerar, teóricamente, la pena de muerte como una opción válida de la sociedad para librarse de los delincuentes incontrolables más atroces. Pero el embrión está lejos de ser un asesino. Es un ser indefenso y mudo que sólo tendrá los derechos que otros le concedan. Desde el momento de su concepción es vida humana, con alma o sin alma –elucubraciones que no llevan a nada-, y digna de respeto. Tiene por desgracia el lastre de su dependencia, la subordinación al organismo de un ser que le puede ser tan hostil como benévolo; tan maternal como homicida. Un día la ciencia proveerá a los rechazados úteros artificiales para que no deban ser sacrificados, mientras tanto la discusión del aborto resulta inevitable.

Abrazado al ejercicio de la gineco-obstetricia desde hace muchos años, doy fe de que las mujeres colombianas son más conservadoras de lo que las feministas piensan. Me asombra en cambio la facilidad con que regresan embarazadas tras de un parto. Problemas relacionados con la planificación, cuyos programas deben rendir mejores frutos que el aborto.

Decía un colega con mente despejada que ni la despenalización los incita ni la prohibición controla los abortos provocados. Y es una verdad de a puño para quienes por fuerza de la profesión conocemos el problema. Pero lo que el fallo probablemente no procura, lo intentan las autoridades, las feministas y los medios. Incitan con sus reclamos, cual si debieran practicárselo hasta las pacientes que no lo han contemplado. Intimidan al médico y a las instituciones como si ante una amenaza un profesional convencido abandonara sus valores. Realmente con su actitud desatan nuestro enfado. A mí al menos no habrá poder que me someta a practicar abortos –desde ya aclaro que mi objeción no es religiosa-, primero renuncio a la práctica de la medicina, me someto a juicios, a la pena de muerte si se quiere, si a tal punto llegara la autoridad judicial en su sevicia. Pero siempre seré libre en mi conciencia. Obviamente no han hecho un aborto quienes con tantas ansias lo demandan, se necesita sangre fría para volverse un carnicero. Pudieran entrenarse con paramilitares en la ejecución de los embriones y los fetos. Siempre será más fácil ordenar un trabajo sucio que tener que realizarlo.

Qué diferente en cambio es la actitud cuando la humanidad prima en las decisiones. “Primun non nocere” (ante todo no hacer daño) es la máxima latina en que se fundamenta el ejercicio médico, y siempre busca el menor entre los daños cuando un perjuicio resulta inevitable. Interrumpir el embarazo por la inminencia de muerte de la madre, no es novedad para la medicina, siempre se ha hecho por una razón de Perogrullo, si muere la madre se muere la criatura. Pero la criatura no suele irse a la basura como ocurre en los abortos provocados. Es objeto de cuidados así la muerte resulte irremediable. Los embarazos por violación son sin lugar a dudas el aparte más conflictivo de la norma. La violada como el embrión son inocentes, si se sacrifica la criatura se comete obviamente una injusticia, también resulta injusto imponer a la mujer violada la carga de una gestación jamás buscada. Se argumentará que el mal menor en este caso es sacrificar la vida menos relevante en términos sociales. Yo considero, sin embargo, que el mal menor es el menos catastrófico, pues acabar la vida resulta irremediable. Tolerar un embarazo no pasa de una mortificación temporal que puede soportarse. En estos casos no suele ser el embarazo el que deja cicatrices en el alma, sino la violación cuya marca se lleva de por vida. Al término del embarazo una adopción resulta más humana. Los casos de malformación fetal son el último caso despenalizado con el fallo de la Corte. Pero no se trata de cualquier anomalía, sino de aquéllas incompatibles con la vida. Adelanta una muerte indefectible, como si al feto se aplicara la eutanasia. Por su carácter fatal genera el caso menos controversia.

A dos años de haberse dado la sentencia, en la tolerancia reside la sabiduría para aplicarla. De una parte reconocer que la mujer abortadora ha conseguido jurídicamente unos derechos y que hay personal asistencial dispuesto a practicarlo; de otra que hay jueces, médicos e instituciones cuyos principios riñen con el fallo y que no deben ser violentados innecesariamente, cuando otros profesionales y otros centros hospitalarios pueden acatar sin resistencia.

Las voces de médicos no abortistas que en estos momentos se levantan son el justo clamor de un protagonista que no admite el papel pasivo que le han dado. Siéntase orgullosa la sociedad colombiana de sus médicos, que profesionales que con tanta pasión cuidan la vida, son garantía de que la salud de todo paciente que pase por sus manos será cuidada como bien sagrado.


Luis María Murillo Sarmiento M.D.

viernes, 9 de mayo de 2008

LA RELATIVADAD DE LA IGUALDAD Y LA JUSTICIA

Los nombramientos provisionales al contrario de lo que su nombre indica, pueden ser en Colombia indefinidos, tanto como para que se aproximen al tiempo que una pensión demanda. Y los definitivos son para un ciudadano común un logro inalcanzable, porque el sector público recurre a una vinculación irregular desde hace mucho tiempo: se hacen contratos de prestación de servicios en cambio de contratos laborales. Y explico al lector que no lo sabe que los primeros son contratos temporales en que prevalece la autonomía del contratista que carece de prestaciones sociales por no ser empleado. El contrato laboral, por el contrario, obliga al trabajador a un jefe y a un horario, pero impone al empleador el reconocimiento de las prestaciones (primas de servicio, Navidad y vacaciones; pago de horas extras, incapacidades y licencias; afiliación a la seguridad social: pensiones, cesantías, salud, riesgos profesionales), entre otros compromisos. Brinda por tanto el contrato laboral la estabilidad y garantías que no tiene un contratista. Pero hemos visto a éstos cumpliendo con obligaciones en franca subordinación cual si su contrato fuese de trabajo. ¡Y qué indolencia!, exigidos también en plena enfermedad para cumplir una jornada laboral, en vista de que ni a una incapacidad tienen derecho. ¿Qué decir de vacaciones, primas o recargos? Por ello el anuncio de un concurso de méritos para proveer infinidad de cargos mediante una vinculación plena de garantías colmó de ilusiones a millares de aspirantes. Pero el buen suceso tenía una contrariedad oculta: entre las miles de vacantes ofrecidas se contaban más de cincuenta y seis mil ocupadas por los provisionales. Fue la convocatoria para éstos una noticia aciaga, particularmente para aquéllos en trance de pensión. Habiendo desempeñado por tanto tiempo un cargo, por costumbre les parecía seguro. Injusto entonces que un advenedizo pudiera arrebatarlo.

Conminados a presentar examen para no perder el puesto, los trabajadores en provisionalidad presentaron la primera evaluación de la convocatoria. Y surgió entonces para ellos, en el Congreso, un alma salvadora que propuso eximir del proceso a los vinculados antes de septiembre del 2004, convirtiendo en definitivo el nombramiento. La norma fue aprobada, pero con concepto desfavorable del Ministerio Público, el presidente Uribe que un día la consideró urgente hoy se niega a sancionarla. Es inconstitucional, se explica. El fiel de la balanza se inclinó del otro lado. Fue justicia primero desconocer los privilegios, luego mantenerlos resultó correcto, hoy una concepción de igualdad mal entendida regresa al punto de partida: aplauden los aspirantes sin vinculación alguna, tiemblan los trabajadores provisionales que sirven al Estado. Cada cual en la comprensible rapìña por un puesto aduce sus razones, todos pretenden que tienen a la justicia de su parte. Es entonces cuando ese principio comienza a tambalear por la interesada utilización del argumento.


En ésta como en casi toda controversia humana, el ganador celebra y el perdedor protesta, el principio de justicia sólo sirve si está de nuestro lado. Bien lo decía Descartes: “No hay nada repartido con más equidad que la razón: todo el mundo está convencido de tener la suficiente” Opinemos entonces quienes no tenemos conflicto de intereses.

¿Qué se puede decir de los exámenes? Que son a mi modo de ver un maquillaje que no retrata la realidad del aspirante. Una prueba fundada en conocimientos teóricos que no reflejan el ejercicio cotidiano del cargo que debe desempeñar el evaluado no sirve para nada. Reside su escaso beneficio en medir a todos los aspirantes con la misma vara, para dar a la prueba un aura de igualdad y de justicia. ¿De qué sirve a un paciente, por ejemplo, que quien deba intervenirlo recite de memorias todas las normas de la seguridad social? ¿De qué sirve el conocimiento minucioso de una técnica quirúrgica –nota sobresaliente en un examen- si no se pueden reconocer en plena cirugía los tejidos del paciente que se está operando? Una evaluación idónea requiere más que un cuestionario, una prueba práctica que demuestre la capacidad del candidato.

Y si de principio de igualdad se trata nunca será igual de equitativa la evaluación de un trabajador que viene desempeñando sus funciones que la de un aspirante que apenas se conoce. Es real el conocimiento de aquél, el de éste apenas se presume. Y si ha sido deficiente el desempeño del primero, que ceda su puesto al aspirante que puede superarlo. Pero si es el trabajador provisional reconocido ¿qué sentido tiene someterlo a un cuestionario inapropiado?

Cuanto entraban las normas lo que la sana lógica resuelve sin embrollo. Las leyes y las normas -que se invocan para ponerle zancadilla a un proyecto que considero equitativo- no son sabias por el simple hecho de ser normas, son voluntariosas, inclusive irracionales -¿al fin y al cabo en dónde se producen?– y siempre están al arbitrio de quien con más sagacidad las utiliza. Con mayor razón en un país que todo norma y todo ignora.

Que se garantice la permanencia en sus cargos de todos los trabajadores en provisionalidad, sin competir en “igualdad de condiciones” con los nuevos aspirantes porque no son definitivamente iguales. Que se les nombre definitivamente, que al fin y al cabo fue la misma negligencia del Estado en proveer los cargos la que creó una vinculación apuntalada con los años que los hizo por fuerza de la tradición soñar con la estabilidad de un puesto. Y que los demás aspirantes se sometan al concurso para los empleos que aún quedan vacantes.


Luis María Murillo Sarmiento

martes, 15 de abril de 2008

LA PAZ EN COLOMBIA: SI HAY VOLUNTAD HAY ESPERANZA

No ha sido menos letal el Ejército de Liberación Nacional (ELN) que las Farc para los colombianos. Voladura de oleoductos, toma de poblaciones, secuestros, horror y muerte hacen parte de su lóbrego legado. Tienen quienes en él han militado enorme deuda con la sociedad. Deuda impagable si se tratara de saldar con castigo daños irreversibles. Posible, en la medida en que sus actos tiendan al apaciguamiento y la reconciliación. Por desgracia los subversivos son tozudos; pero hay gestos que aunque aislados alientan la esperanza.

Francisco Galán, guerrillero que tiene por alias ese nombre, fue dirigente importante del grupo que menciono; autor, determinador o cómplice de actos que juzgamos reprobables. Capturado en 1992, estuvo en la cárcel 13 años, tiempo en que ejerció la vocería del grupo armado. Libre desde hace tres, acaba de proclamar su oposición a las hostilidades. Ha dicho que renuncia a la guerra sin abandonar la facción a la que pertenece. Así dicen que se lo expresó al presidente Uribe, a quien visitó en la Casa de Nariño. Por su actitud y la entrevista el ELN le quitó la vocería. ¡Ojalá exista sinceridad en sus palabras! Es muy probable: desde hace ya buen tiempo en su “Casa de Paz” explora con dirigentes políticos, empresarios, diplomáticos y líderes estudiantiles entre otros, salidas al conflicto. ¡Qué la suerte corone sus buenas intenciones!

Yo, reacio como el que más a movimientos revoltosos que frenan el progreso y hacen blanco de su brutalidad al pueblo por el que justifican su existencia, saludo la actitud de “Galán”, y la resalto. A guerrilleros que piden perdón –muchos de las Farc en esa condición hay en las cárceles- a guerrilleros que desisten de sembrar el terror en campos y ciudades, a guerrilleros que trabajan por la paz, es posible estrecharles con sinceridad la mano, y abrirles espacio para una fraterna convivencia. No a aquéllos empeñados en acabar con la Nación por sus mezquinos intereses. En eso consiste la mano extendida y generosa, y el pulso firme –severo e implacable-.

La buena voluntad abre caminos, los gestos sinceros de los alzados en armas consiguen más que el ruido de las balas. Y no es Colombia insensible a sus señales. En un pasado no lejano bajaron los guerrilleros del M-19 del monte a las curules. Llegaron con propuestas que fueron premiadas en las urnas. Antonio Navarro fue copresidente de la Asamblea Nacional Constituyente. Hoy muchos de ese grupo o del EPL son ciudadanos de bien reconocidos. Muchos asientan en el parlamento, en las asambleas y en los concejos, otros tantos ocupan en el Estado cargos de importancia. Alcaldes y gobernadores hay o ha habido con pasado subversivo, hoy se les respeta y se les quiere.

¿Qué esperan para negociar los grupos subversivos? Sin más aporte que el silenciamiento de sus armas y el fin de sus acciones, el gesto les será por el país reconocido.


Luis María Murillo Sarmiento

viernes, 11 de abril de 2008

PARA COLOMBIA ESTADOS UNIDOS DEJÓ DE SER CONFIABLE

Estados Unidos dejó de ser confiable como aliado. A un amigo no se le da con la puerta en las narices. Hizo el presidente norteamericano lo debido: urgir con su ultimátum al congreso norteamericano, para no prolongar más la incertidumbre. La mala voluntad de los demócratas para un tratado de libre comercio con Colombia ya tiene cifras ciertas, sólo 10 demócratas en la Cámara lo apoyan. La solidaridad con el mayor aliado suramericano (acaso el único) es apenas una cruzada de los republicanos. Solamente a ellos les inquietan, por cuestión de ideología, las fuerzas perturbadoras internas de Colombia como las que amenazan desde el vecindario. Con Obama, la nación del norte se preocupará más por restablecer la armonía con los gobiernos de Corea del Sur, Cuba, Irán o Venezuela, que por tener gestos amables con una democracia de tanta tradición como la colombiana.

Al margen de los juicios implacables que lloverán sobre Bush al final de su mandato, justo es reconocer sus gestos de amistad y su preocupación en asuntos de importancia vital para el país. ¡Claro que nos sirvió su ayuda para enfrentar el terrorismo! Salvo un triunfo de McCain en las elecciones de noviembre, habrá terminando la luna de miel entre Estados Unidos y Colombia.

El portazo de los demócratas al congelar la discusión del TLC con su vecino, demuestra la perversidad de la política, y expone el mundo de intereses que mueven las campañas cuando de conquistar votos se trata. Otra hubiera sido la decisión si el tratado hubiera sido fuente de sufragios. Se nos quiso convencer de que su oposición era un asunto filantrópico relacionado con su aflicción por la seguridad de los líderes sindicales colombianos -los que de paso ha de decirse no son víctimas del gobierno sino de una multitud de criminales-, pero al final todos supimos la verdadera causa y los mismos líderes demócratas y sindicales estadounidenses lo expresaron: pese a la modestia de nuestra economía no están dispuestos a competir con nuestros productos ni con nuestra mano de obra, temen sus repercusiones en su desempleo, nunca en el nuestro. Una decisión utilitaria que por supuesto no toma en consideración la amistad ni el sacrificio, porque muchos han sido los muertos en Colombia por una guerra contra un narcotráfico que ellos mismo propician con su consumo desmedido.

Conveniente o no el TLC para Colombia, lo que ofende de Clinton, Obama, Pelosi y quienes los rodean es la mala voluntad hacia una nación amiga y la falta de solidaridad con un gobierno, único hoy en América, que demuestra cordialidad a Estados Unidos, cuando otros de la región muestran los dientes.

No es para quienes hacemos profundamente molestos el reclamo, una declaración de hostilidad hacia un pueblo que seguiremos admirando, hacia una nación que los defensores de la libertad, la democracia, la tecnología, la ciencia y la propiedad privada, esperamos que incólume por siempre se mantenga. Es sí, una ruptura digna con un partido que traicionó nuestra confianza. Y es un llamado a nuestros compatriotas para que adviertan la laxitud y los vaivenes de las relaciones. Nuestra economía que parecía boyante, concentrada particularmente en dos mercados, el venezolano y el norteamericano, hoy con esas naciones no tiene aseguradas estabilidad ni garantías. Por fuerza de las circunstancias Colombia debe diversificar, y abrir sus ojos a nuevos mercados y a otros socios, de pronto en el oriente. Y acaso hasta se junte, vaya uno a saber, con los rivales de su antiguo y poderoso aliado, como pasa con los despechados, cuando el mal comportamiento de un amante manda por reacción al otro a los brazos de su contrincante.


Luis María Murillo Sarmiento

martes, 8 de abril de 2008

¿LEY CONTRA LA INFIDELIDAD? ¡UN ESPERPENTO!

Un proyecto de ley que tiene tanto de serio como de gracioso acaba de presentar al Congreso un senador colombiano que con él se volverá famoso. Y sería sólo gracioso si no fuese porque se entromete en la vida privada de los colombianos, un fuero que habitualmente es inviolable.

Pretende el curioso senador Edgar Espíndola legislar sobre la infidelidad y sancionarla. Peligrosa intromisión por la que pueden colarse nuevas leyes que terminen por quitar toda su libertad al ciudadano.

¿Qué hay tras del proyecto de ley del senador Espíndola? ¿Búsqueda de notoriedad? ¿Un proyecto fundamentalista de corte musulmán? ¿La imposición de una teocracia? ¿La manifestación –Dios no lo quiera- de una enfermedad mental o de una neoplasia cerebral del proponente?

Arduas batallas libró el hombre hasta conquistar su autonomía, hasta volver a ser en el siglo XX dueño de sí mismo, para no defender con ahínco su conquista. ¡Proscrita del mundo ha de quedar la Inquisición por siempre! Yo me pregunto: ¿Será práctico –lo moral y lo legal es otro cuento- legislar contra la infidelidad, cuando hasta los que la niegan son culpables? ¿Habrá pensado autoflagelarse con su ley el proponente, o tiene acaso la certeza de que no será traicionado por su instinto? ¿Será verdad que quien más proclama la virtud menos la tiene? De convertirse en norma el esperpento, propondría para salvar del castigo a los infieles un artículo en esa ley que también prohibiera el matrimonio, como fuente que es de la infidelidad, y responsable sin atenuantes de las insatisfacciones y el hastío que se ven obligados los cónyuges a remediar en otros brazos.

Pero reflexionando con menos ardor y más sosiego, comenzaré por afirmar que las promesas de amor son insensatas, que los juramentos de fidelidad no tienen validez alguna, que se hacen ante los altares por costumbre; y con sinceridad y sin que norma alguna lo demande, cuando el dictado momentáneo del corazón lo ordena. En esas condiciones nadie suele ser perjuro, porque cuando jura está convencido de su juramento bajo el efecto sicotizante del amor, que pasa por alto el instinto polígamo de la especie humana. Cuando se recupera la cordura queda sin efecto la promesa. ¿Merece sanción legal esa conducta? No –es mi parecer– tomando la tradición jurídica como sustento. Nunca una incapacidad mental temporal o permanente responde ante la ley. Y quien jura por amor de hecho no se encuentra en sus cabales.

No es ideal la infidelidad, pero estamos erróneamente tachándola de falta, todo por desconocer la naturaleza humana, que responde a leyes escritas en los genes. Leyes que sobrepasan la especulación del hombre que pretende interpretar a Dios poniendo en sus labios todo tipo de prohibiciones y mandatos. Enfrentamiento entre la realidad y la suposición dogmática que lleva al quebrantamiento clandestino de las normas hasta por los “virtuosos” que públicamente las defienden.

El Estado y las leyes son hasta cierto punto necesarios, pero en sus excesos atentan contra el hombre. Resulta absurdo que toda actividad humana deba ser normada cuando el libre albedrío es inmanente al hombre, y sus decisiones tienen un marco más exigente que la ley: la conciencia – concepción interior del bien y el mal– y a la que corresponden las decisiones sobre los comportamientos más íntimos del individuo.

El hombre puede comprometer un bien, un patrimonio, responder por una manutención o unos cuidados, pero no podrá jamás ante una ley comprometer sus sentimientos, porque paradójicamente aunque los sienta no le pertenecen, son caprichosos: el amor no se somete a reglas. Sólo el clímax del enamoramiento obra el milagro de la fidelidad –espontáneo y sin esfuerzo-. Pero ese amor, es por desgracia, un sentimiento pasajero. Ley, moral o religión no contienen los llamados del corazón y de la carne, apenas los retrasan.

Lejos está el proyecto de arreglar los hogares con normas punitivas, más probablemente se convertirá en otro motivo para que las parejas evadan el matrimonio, una institución que para no pocos se encuentra en decadencia.

La fidelidad tendrá que seguir siendo una buena intención al comienzo de una aventura con final impredecible. Un propósito honesto que no debe quebrarse por un malintencionado proceder, sino por la fuerza suprema de las circunstancias. La fidelidad es como la religión creencia, quienes en ella crean que la profesen, quienes en ella crean que la practiquen, pero sin imponer a los demás sus dogmas.


Luis María Murillo Sarmiento

jueves, 20 de marzo de 2008

LASCIVIA Y CASTIDAD: LA MÁSCARA DE LA FALSA VIRTUD

El gobernador de Nueva York Eliot Spitzer tuvo que renunciar tras el escándalo que suscitó el conocimiento de su afición por trabajadoras sexuales exquisitas. David Paterson el sucesor no resultó más casto, pero si más inteligente. Revelando con franqueza sus infidelidades, previno que medios de comunicación impertinentes hurgaran donde no debían. Hizo bien en adelantarse a los rumores. Mañana otro famoso estará en los titulares de los diarios. Hace 10 años estuvieron el presidente Clinton y Mónica Lewinski, y hace 45 John Profumo, Ministro de Defensa de la Gran Bretaña, y Christine Keeler, la amante que lo puso en apuros, en un fascinante enredo de infidelidad y de espionaje. Conocidos o en secreto, esos son comportamientos propios de la humanidad desde que puso su pie sobre la Tierra, de pronto deba salvar la reputación de Adán, que debió ser fiel por falta de materia: sólo una mujer –Eva- rondaba el paraíso.

Ese es el hombre, lo digo poniendo la cara por todos los machos de mi especie. Aunque no sobra advertir que nada los hombres lograríamos sin la maravillosa complicidad de las mujeres. Pero como no he de ser yo quien se arriesgue a adelantar un juicio sobre su conducta, expondré mi raciocinio tocando apenas el lado masculino.

He de decir que en la lista de escándalos sexuales y conductas como ahora las llaman “impropias o indebidas”, hay nombres que tienen cabida por derecho propio, derecho que se los da la bien adquirida reputación en otros campos -la política o la literatura por ejemplo-, pero en honor a la verdad los nombres de todos los hombres merecen la inclusión en el listado.

¡Dejemos de posar de santos! ¡Dejemos de hacerle el juego a tanta hipocresía! Los hombres somos infieles por naturaleza, infieles sin remedio. En la intimidad, las andanzas de los gobernadores de Nueva York no nos sonrojan. Nada hay en ellas que pueda sorprendernos. Por poco son un déjà vu en que se esconden nuestros íntimos deseos, en ocasiones un gozo que nos causa envidia, en últimas una acción de la que también somos culpables. Y todo por el error de una cultura que declaró monógama a una especie que no tiene los genes para serlo. Esa es la realidad, lejana del ideal que pretendemos, frustrante si se quiere, pero incontenible. Ante el deseo del macho la religión y la moral quedan pequeñas. Qué difícil es reglamentar lo que por ley natural viene reglado. Se trata de un fenómeno propio de la biología. Su explicación es fisiológica, su represión moral y religiosa. Y como el dogmatismo siempre se estrella con la ciencia, el resultado es una sociedad que se debate entre el instinto y la sumisión a unos valores.

En toda esta cuestión no es la irremediable expresión del instinto lo que más molesta, sino la doble moral de los que juzgan y en gran medida de los que son juzgados. Los que juzgan, porque en secreto habitualmente practican lo mismo que critican; y los juzgados, porque con frecuencia mienten o terminan ante el peso de las pruebas dándose los golpes de pecho que exige el espectáculo. Ninguno tiene el valor para hacer que su vida privada se respete, pese a tener como un as a su favor la noción de que en materia de conductas sexuales y placeres no hay ser humano –por santo que parezca- que no sea vulnerable.

No hay más que morbo al descubrir la vida privada de los hombres públicos. La infidelidad y el deseo carnal se gestan desde el mismo pensamiento. Y en esa ideación es en la que hasta los mismos puritanos se desbocan.

Va siendo hora de que la humanidad que todo lo trasgrede, se quite la máscara de la falsa virtud, y actúe en coherencia. No luce bien que el gobernador de nuestro cuento persiguiera como autoridad la prostitución a la que en privado se entregaba. ¡O la acepta o la rechaza! Tampoco luce que el mundo se haga cruces en público renegando de la pornografía cuando sus portales de internet no dan abasto con tantos visitantes, y el mercado del sexo se rebosa en millones de ganancias. ¿Será que todos ojeamos mientras no exista una mirada escrutadora?

No nos digamos mentiras, el sexo es lo que más disfruta el hombre, aunque muchos no tengan el valor de confesarlo. Es, desde luego, la expresión más primitiva, menos evolucionada de su ser, acaso porque tiene la obligación de perpetuar la especie, pero tan respetable como su actividad mental más encumbrada.

La ley que con frecuencia frente a la moral se queda rezagada -al fin y al cabo es una especie de ética de mínimos-, parece en este tema más sensata. En general nuestro mundo occidental respeta la intimidad de las personas y castiga en esencia lo absolutamente condenable: el abuso sexual y la violencia. En lo moral, no tiene sentido plantear en abstracto principios de buen comportamiento. Sólo hasta conocer lo racionalmente exigible a la naturaleza de quien es su objeto, se puede argumentar con coherencia. El resto es charlatanería de tinte maniqueo.

¡En definitiva seamos más sinceros y menos timoratos!


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO

viernes, 7 de marzo de 2008

CHÁVEZ Y CORREA CÓMPLICES DE UN PROYECTO EXPANSIONISTA

Toda acción humana por magistral que parezca es imperfecta. Siempre lo oculto resplandece. Hubo un tiempo en que a pesar de nuestra desconfianza tocó creer en la amistad de Chávez y en la franqueza de Correa. Hoy uno con cinismo se ha quitado la careta, el otro la perdió ante el peso de las evidencias. Grave es el conflicto generado; las consecuencias nada predecibles. Pero la verdad sale fortalecida. No es para Colombia despreciable la ganancia: nada peor que confiar en quien nos está engañando, que dar la espalda a quien espera eliminarnos. Las palabras almibaradas de la diplomacia en estos casos no sirven para nada. Si antes hubiera actuado el mundo, Hitler no hubiera sido más que un personaje imaginado, el protagonista acaso de un best seller. Pocos presintieron la amenaza; el resto de la historia es dolorosamente conocido. El presidente venezolano como el ecuatoriano deben ser denunciados ante la Corte Penal Internacional: su apoyo a los grupos terroristas también es terrorista.

Que dejen Chávez y Correa de dramatizar y de pedir explicaciones, somos las víctimas de las Farc las que debemos exigirlas. No es la violación del territorio la que les preocupa, sino el revés que las incursiones de nuestras fuerzas representan para sus oscuros intereses comunistas.

¡Que no quepa duda! El presidente Chávez es un fenómeno desestabilizador en América Latina, no es persona grata para los colombianos; cuando a nosotros se refiere como su pueblo hermano, sabemos de qué Caín provienen las palabras. Los enemigos del “imperio” (norteamericano) a que él con tanta frecuencia se refiere, son realmente los desafectos de su imperio, del imperio que Chávez espera construir pasando por encima de la soberanía de nuestros pueblos. Chávez representa un peligro expansionista y al final totalitario. Y habrá que controlarlo con las armas que la situación demande, porque la libertad que nos dejó ese gran venezolano, el Libertador Simón Bolívar, no se habrá de perder por el delirio de un fantoche que muy lejos está de parecérsele.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO

domingo, 2 de marzo de 2008

EL GOLPE A LAS FARC, UN PARTE DE VICTORIA DE COLOMBIA

No puedo como colombiano dejar de dar parte de victoria al mundo: Ha sido abatido uno de los mayores criminales de Colombia. Con la muerte de alias ‘Raúl Reyes’ segundo hombre en importancia de las Farc, llega un mensaje contundente: no es imbatible el grupo terrorista. Ya la marcha mundial del 4 de febrero las había notificado: el pueblo no las quiere. Nadie –racional- puede amar a su verdugo.

No pudo sin embargo el mal vecino –el presidente Chávez- comprender en su psicosis los rostros de satisfacción de tantos colombianos. No eran de alegría por la consumación de una venganza, eran de alivio, de liberación de una carga con la que se dejó vislumbrar una esperanza. El primero de marzo del 2008 evoca el 2 de diciembre de 1993 cuando cayó Pablo Escobar Gaviria, otro terrorista que puso a temblar a un pueblo con sus sicarios y sus bombas. Y cientos más son las víctimas de Reyes.

Sólo el émulo desfigurado de Bolívar podía ser capaz de condenar nuestra conquista. Pero ya su tono arremetedor no nos inquieta. La cobardía se suele agazapar en la animosidad de los bocudos. Sus insultos no demandan el vigor de una respuesta. Ordinariez, torpeza e ignorancia son el pilar de su discurso.

Buscar una confrontación con Colombia es la mayor expresión de incompetencia. Si a tal enfrentamiento condujera, me atrevo a pensar que entre dos fuegos quedaría atrapado, el de los venezolanos que no están dispuestos a acompañar esa aventura y el de tantos colombianos que a fuerza de su persistencia hemos comenzado a abominarlo. Podría ser el final de su gobierno a manos de un golpe de sus propios militares. Nuestros pueblos son hermanos, sólo el “dictador de Venezuela” cultiva enemistades. No creo que los militares venezolanos estén interesados en una guerra inútil y absurda con Colombia.

La mediación de Chávez en la liberación de secuestrados, es más que humanitaria: artera. Oculta otro interés: la participación de las Farc en su proyecto. Pero ni él es el líder para América Latina -que en dirigentes como el presidente Lula tiene mejor mañana- ni las Farc tienen futuro, pues son terroristas y están en la pendiente de su decadencia.

Muy al contrario de lo que imagina el presidente Chávez, Colombia se siente agradecida con sus fuerzas armadas y con su presidente, y nuevos golpes reclama contra esos terroristas.

A las Farc, si dejan de ser tan obstinadas, sólo les queda negociar con el gobierno una salida decorosa. Reinsertados de otros movimientos subversivos, hoy reconocidos dirigentes, han demostrado que en Colombia más consigue la democracia que la fuerza de las armas. En cuanto a Chávez, en su futuro adivino la hecatombe.

Y si pensamos en Ingrid Betancourt y los demás rehenes, valdría la pena imaginar que muchos guerrilleros de menor rango han persistido en sus acciones por la obstinación de quienes los comandan y el temor a las retaliaciones, y en este momento de acefalía transitoria podrían optar por desertar llevando consigo a la libertad a los cautivos.
¡Gloria al bravo pueblo! que tiene que soportar a su tirano.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO

viernes, 8 de febrero de 2008

REEELECCIÓN Y REVOCATORIA DE MANDATO SON OPCIONES DE LA DEMOCRACIA

La reelección es una opción absolutamente democrática. Se confunden o pretender confundir quienes la presentan como una manifestación de despotismo. Y será democrática mientras resida en el pueblo el poder de decidir quién lo gobierna. Es además el complemento racional y necesario de la revocatoria de mandato, cuya implementación los colombianos en su momento celebramos. Entre ratificar y revocar, debe oscilar, por lógica, el fiel de la balanza. Obstaculizar la reelección tiene una clara intención personalista; más allá de la persona que será favorecida, debería primar el derecho de los ciudadanos que quieren reelegirlo.

Las suspicacias que se levantan contra el actual mandatario de Colombia son más la expresión de ocultos intereses; bien subterfugios de una oposición ansiosa de cerrar el paso a quien lidera, bien la rivalidad de potenciales candidatos que anteponen sus ambiciones –habitual en la política- a los intereses de la patria. Reelegir es apenas la propuesta, la aprobación está en manos de las mayorías. Esa es la democracia.

Es cierto que no debe ser la reelección un privilegio individual, sino un derecho que se conceda a todo ciudadano. Válida para todo gobernante sin importar su jerarquía –presidente, gobernador o alcalde–, hoy parece que sólo a una persona beneficia. Pero se entiende que en un país en el que la impopularidad abrasa la espalda de sus gobernantes al término de su mandato, la reelección haya sido un asunto de poca trascendencia, y haberla planteado conociendo de antemano la derrota en las urnas de quien la pretendiera no tuvo sentido hasta que apareció el suceso renovador del presidente Uribe. Hombre de temple, trabajador como ninguno, dispuesto a restaurar una autoridad traspapelada, frentero ante una guerrilla que se perdió en los vericuetos de la delincuencia; un presidente que ha devuelto la seguridad que parecía perdida en la pusilanimidad de los gobernantes anteriores. Seguridad que es el pilar de su gobierno, que se traduce en halagadores indicadores económicos, en inversión foránea que crea industrias y servicios en Colombia, que hace y deja riqueza para impulsar el desarrollo de esta tierra. Esta exposición somera, pero producto de un análisis de mayor hondura, me hace unirme a las voces que reclaman la segunda reelección del presidente Uribe. No basta que otro candidato encarne sus mismas intenciones, pues no veo el carisma que mueva las mismas multitudes. Además un traspiés ante las Farc en momentos en que por fin adivinamos su derrota haría despertar y con más furia al monstruo arrinconado.

Percibo en el ámbito dirigentes con ínfulas de estadistas que pueden devolver al país al rumbo equivocado; veo políticos con pulso poco firme, dispuestos a tranzar con delincuentes; reparo en aspirantes con buenas intenciones, pero propicios para un país menos convulsionado.

Confieso el pragmatismo que me anima: si alguien ha mostrado acierto en su gestión, ¡que la culmine! Mientras no tenga certeza de que alguien lo pueda hacer mejor, mi voto es por Uribe. Y si precisa el presidente de una hecatombe para lanzarse a su tercer período, preciso yo de una hecatombe que lo derribe del pedestal en que hoy asienta para revocar mi decisión de acompañarlo.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO

jueves, 7 de febrero de 2008

LA RACIONALIDAD DEL TRABAJO

Una investigación de la Agencia de Salud Pública de Barcelona que demuestra la afectación de la salud por el exceso de horas laborales, me da pie a retomar un tema que ha sido para mí una inquietud constante. Una inquietud que me deja sinsabores de frustración y de infortunio.
El estudio permite concluir que el trabajo tiene límites y que rebasados éstos la salud se perjudica. Más de 40 horas de trabajo semanal no son recomendables. Ansiedad, depresión, insomnio, hipertensión, son algunas de las consecuencias. ¡Fácil preverlo sin necesidad de estudio! Y pienso que no es en sí el trabajo sino las condiciones. De algo que hacer siempre precisa el hombre. De algo que colme sus aspiraciones, de algo que le dé satisfacciones, de algo humano que lo deje ser y realizarse. Pero no es el trabajo inclemente solamente el producto de la necesidad y la pobreza, de la explotación inmisericorde, y de la aceptación inevitable de condiciones laborales infrahumanas para sobrevivir, lo es también de la ambición que lleva al hombre a la pérdida de la moderación y la cordura, a perseguir sin límite el poder y la riqueza. En este orden de ideas, resultan o están más enfermas las mentes que los cuerpos. La consigan del mundo actual es producir sin tregua. Desde la tierna edad la formación va pervirtiendo el norte verdadero. Desde la irracionalidad de los colegios que atiborrando a los niños de tareas innecesarias les roban sus horas de familia y los van preparando para un mundo en que la satisfacción espiritual y afectiva es la menos importante.
Pero para que voy a repetirme, si creo que siguen siendo válidos los juicios que en prosa y verso expresé hace años.

“Vivir para el trabajo,
trabajar para vivir,
círculo sinfín,
absurdo de la vida.
¿Por el trabajo sometido
puede el hombre cultivar su espíritu?
¿Dedicarlo a la reflexión,
a la contemplación de lo creado?
¿A la expresión de sus íntimos talentos?
¿Nutrirlo con las cosas bellas?
Placeres elevados
o mundanos cercenados
por reglas sin sentido”.

Y en el “Epistolario periodístico” escribía sobre la calidad total y la deshumanización total:

“Imperceptible y paulatinamente el hombre ha ido perdiendo la razón de ser de su existencia y ha renunciado a su derecho a disfrutar la vida. Sicotizado con desbocadas teorías de calidad total y perfección absoluta, ha entregado sin darse cuenta su vida y su alma a las empresas, que sólo le permiten pensar en términos de producción y en superar obstinadamente las metas del día anterior para sobrevivir laboralmente, olvidándose del bienestar de su espíritu.
Es el trabajador una máquina exigida que puede sin corazón reemplazarse. Omnipotentes las empresas, insignificante el ser humano; importante apenas como cliente del que pueda percibirse utilidad alguna. Importa más un indicador de gestión que un sentimiento, más un costo variable que una esperanza, más la orden perentoria que el llamado considerado. Como hipnotizado todo el mundo repite el estribillo de misión, visión y principios corporativos. Porque es apenas una moda, se consigna en ellos toda clase de ideas impensadas y se parcelan los valores, que son un todo íntegro, indisoluble, común y necesario para todas. Resultan así postulados necios que no se introyectan, porque suenan tan ridículos como aquél de que todas las empresas, por minúsculas que sean, se convertirán en la mejor del mundo. Realmente sólo las percibo deshumanizadas con el cliente interno, y por interés, con el externo humanas.
No me someto a recitar sin razón ese estribillo de la utilidad y la competencia descarnada, porque nunca objeto, institución o estado serán en mi sentir más importantes que el ser humano, que debe ser por el contrario para aquéllas su razón de ser. Del gerente al trabajador de menor rango, aún más aquél que éste, todos perdieron la verdadera misión y visión: la de sus vidas. Resignaron sus anhelos, sus deseos, sus afectos, sus esperanzas y hasta la libertad de su pensamiento en un torbellino laboral frenético. No viven, sobreviven. Cuestionada ética del trabajo, verdaderamente propicia para el suicidio, único escape a una insatisfacción permanente. Humanicemos las empresas, racionalicemos la producción y comprendamos que el hombre es un ser anhelante de libertad que no puede ser esclavo del trabajo. Esforcémonos por la humanización total para que por fin valga la pena vida”.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO

lunes, 4 de febrero de 2008

EL MUNDO REPUDIÓ A LAS FARC

El colombiano ha sido un pueblo resignado a sus dolores, que tradicionalmente ante los violentos se acobarda. Prudente hasta la inacción, parece indiferente. Pero se manifiesta cuando aparece un adalid que lo convoque. Por eso fue tan multitudinaria y fácil la respuesta de la gente a la genialidad y al coraje de los cuatro jóvenes que a través de internet inspiraron la jornada de protesta. ¡Juventud: maravilloso motor que mueve el mundo!

El mensaje de la jornada mundial contra las Farc ha sido contundente. Colombia a la guerrilla no la quiere. Sencillamente a nadie representa, actúa en su propio nombre, defiende sus propios intereses, como ocurre con todas las bandas criminales.

La protesta fue unánime, las imágenes de los medios hablan por sí solas. Codo a codo marcharon los de izquierda con los de derecha, los de arriba y los de abajo, los jefes y los subordinados, los dirigentes y los gobernados, los privilegiados y los desheredados, los ateos y los creyentes; las minorías homosexuales; y hasta cientos de guerrilleros presos expresaron su rechazo a las acciones ordenadas por la cúpula del grupo terrorista al que pertenecieron. Colombia clamó por la paz, y todos sin distingo repudiaron a las Farc, porque sus acciones a todos nos ofenden, de sus crímenes cualquiera puede ser su víctima. Hasta “ajusticiamientos” masivos ha llevado a cabo las Farc contra sus propios miembros. ¡Ah si las fosas comunes nos contaran sus historias¡

Era imposible estar en desacuerdo con un reclamo pertinente. No se escucharon voces disidentes por más que diversos matices tuvo la protesta. Pocos familiares de secuestrados asistieron a las marchas, ausencia excusable y comprensible. Actitud que refleja los efectos de un delito que también secuestra con su terror la mente de los que están supuestamente libres. ¿Habrá entendido Chávez, preso de su megalomanía y su torpeza, que su apoyo a las Farc resta popularidad a su “grandeza”?
Algo ha de pasar tras la jornada. Las Farc han sido notificadas por un pueblo que hoy más que nunca las desprecia. Para el mundo quedó claro que no son las idealistas que pregonan. Pero es imprevisible la respuesta. Las Farc son cínicas mas no ciegas, se hacen las sordas pero no son sordas; también son insensibles y obstinadas. Políticamente hoy fueron derrotadas por los millones de personas que marcharon. Seguramente la desmovilización de guerrilleros habrá de incrementarse, habrá alguna desbandada de guerrilleros rasos. Los que queden, ya desenmascarados ante el mundo, o bien negocian la paz con el gobierno o asumen sin ambages su papel como cartel de narcotraficantes.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO

domingo, 27 de enero de 2008

A MARCHAR CONTRA LAS FARC, ENEMIGAS DE COLOMBIA

Los vejámenes de las Farc contra la población colombiana, de los que el secuestro es apenas el delito más conocido por el mundo, llaman al repudio universal. Nadie que reconozca el carácter intangible de la vida puede sustraerse a la convocatoria que han formulado unos jóvenes valientes. Exenta de réditos políticos, las marchas contra las Farc, del 4 de febrero -en todo el orbe- tienen que aglutinar a cuantos han conocido los horrores de los cautivos en selvas colombianas. Quien se sustraiga a la protesta estará tácitamente confesando que comulga con las Farc, el peor enemigo de Colombia.

ESTOS SON LOS HORRORES DE LAS FARC