viernes, 7 de marzo de 2008

CHÁVEZ Y CORREA CÓMPLICES DE UN PROYECTO EXPANSIONISTA

Toda acción humana por magistral que parezca es imperfecta. Siempre lo oculto resplandece. Hubo un tiempo en que a pesar de nuestra desconfianza tocó creer en la amistad de Chávez y en la franqueza de Correa. Hoy uno con cinismo se ha quitado la careta, el otro la perdió ante el peso de las evidencias. Grave es el conflicto generado; las consecuencias nada predecibles. Pero la verdad sale fortalecida. No es para Colombia despreciable la ganancia: nada peor que confiar en quien nos está engañando, que dar la espalda a quien espera eliminarnos. Las palabras almibaradas de la diplomacia en estos casos no sirven para nada. Si antes hubiera actuado el mundo, Hitler no hubiera sido más que un personaje imaginado, el protagonista acaso de un best seller. Pocos presintieron la amenaza; el resto de la historia es dolorosamente conocido. El presidente venezolano como el ecuatoriano deben ser denunciados ante la Corte Penal Internacional: su apoyo a los grupos terroristas también es terrorista.

Que dejen Chávez y Correa de dramatizar y de pedir explicaciones, somos las víctimas de las Farc las que debemos exigirlas. No es la violación del territorio la que les preocupa, sino el revés que las incursiones de nuestras fuerzas representan para sus oscuros intereses comunistas.

¡Que no quepa duda! El presidente Chávez es un fenómeno desestabilizador en América Latina, no es persona grata para los colombianos; cuando a nosotros se refiere como su pueblo hermano, sabemos de qué Caín provienen las palabras. Los enemigos del “imperio” (norteamericano) a que él con tanta frecuencia se refiere, son realmente los desafectos de su imperio, del imperio que Chávez espera construir pasando por encima de la soberanía de nuestros pueblos. Chávez representa un peligro expansionista y al final totalitario. Y habrá que controlarlo con las armas que la situación demande, porque la libertad que nos dejó ese gran venezolano, el Libertador Simón Bolívar, no se habrá de perder por el delirio de un fantoche que muy lejos está de parecérsele.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO

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