lunes, 16 de marzo de 2009

ESTADOS UNIDOS NO VALORA LA AMISTAD

Plausible actitud la del vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, al asumir una postura saludablemente altiva ante los desaires de algunos sectores norteamericanos. Terminada la controvertida administración del presidente George W. Bush incondicional aliado de Colombia, se percibe una actitud menos amistosa y sutilmente hostil de algunos congresistas norteamericanos de la bancada demócrata, que haciéndose eco de los opositores del gobierno del presidente Uribe, buscan pretexto para recortar al país los beneficios que venía recibiendo y para privar a Colombia de los frutos del tratado de libre comercio, en una actitud odiosa que pone la lupa sobre el país, cual si se tratase de un despreciable adversario y no de un reconocido amigo: el mejor aliado de la potencia en la región.

Ha dicho el vicepresidente Santos, so riesgo de reprendido por el presidente Uribe, que el Plan Colombia (ayuda de 550 millones de dólares) ya no se necesita y es hora de medir su precio político con su efectividad. Y que “el costo para la dignidad del país es demasiado grande”.

Comparto absolutamente sus consideraciones. A un amigo no se le puede tratar a las patadas, so pena de echar a pique la amistad, Y la verdad es que pese a la profunda admiración que siento por esa nación, por su democracia, por su sentido de la libertad, por su ciencia y su tecnología, y por su sistema económico –no exento de yerros, y hoy temporalmente en crisis-, creo como muchos, que los Estados Unidos debe tomar nota de nuestro malestar; y que los colombianos, con actitud digna, debemos explorar nuevos horizontes, y buscar nuevos socios comerciales que traten al país con el respeto que merece.

No se trata de desconocer que Estados Unidos es nuestro primer socio comercial con 38% de nuestras exportaciones y 29% de nuestras importaciones, sino de evitar coacciones indebidas por parte de su gobierno y de su parlamento. La verdad es que las transacciones comerciales se dan con el sector privado, particularmente amistoso, y que parece saber mucho más de diplomacia. Ni con un presidente tan calamitoso como el venezolano se ha deteriorado nuestro comercio, pues habitualmente es el sector privado el que dirige estos asuntos. En Venezuela, al menos, mientras el ‘dictador’ hunde a su país en la hecatombe comunista.
Pero el mismo fenómeno de la globalización y el surgimiento de nuevas potencias económicas obliga a diversificar y a abrir nuevos mercados. No resulta esperanzador que 58% de nuestras exportaciones se den con tres países (Estados Unidos, Venezuela y Ecuador) que con algún tipo de nubarrón nos amenazan.

Y al criticar la actitud demócrata hacia Colombia, no deja de llamar la atención su proceder atolondrado, pues ni como estrategia parece razonable. No cuando Ecuador los corre de la base militar de Manta, no cuando buena parte de las acciones colombianas responden a intereses de seguridad de la nación del norte y a su lucha apasionada contra el narcotráfico. ¿Son acaso producto del candor los oídos que presta a los enemigos de la democracia colombiana? ¿Desconoce acaso las andanzas sindicales en Colombia, emparentadas muchas veces con las acciones subversivas? ¿Ignora que las condiciones de seguridad de los sindicalistas han significativamente mejorado? ¿Que en los supuestos crímenes se incluyen los asesinatos pasionales, las venganzas personales y hasta las muertes naturales? Por algo el sindicalismo colombiano, que hoy no agrupa más que un ínfimo número de los trabajadores, no convence. Difícil entender la alianza de líderes de una nación que simboliza el desarrollo con unos desgastados dirigentes que encarnan el atraso.


Luis María Murillo Sarmiento

1 comentario:

Anónimo dijo...

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Gracias.