viernes, 29 de octubre de 2010

LA DESHUMANIZACIÓN EN LA SALUD, CONSIDERACIONES DE UN PROTAGONISTA - HUMANIDAD Y FORMACIÓN

La formación de los profesionales, hoy en día, dista de la que Hipócrates trazó en su juramento. Suyas o de sus discípulos, las frases de este ofrecimiento nos hacen pensar que el lucro no era lo importante. Reza el juramento: “A aquel quien me enseñó este arte, le estimaré lo mismo que a mis padres; él participará de mi mantenimiento y si lo desea participará de mis bienes. Consideraré su descendencia como mis hermanos, enseñándoles este arte sin cobrarles nada, si ellos desean aprenderlo”. No puede pretenderse que hoy las cosas sean estrictamente las de tan remonto antaño, pero sus ideales sí deben ser motivo de reflexión que encauce nuestros pasos.

Costosa o gratuita, la formación es exigente, pues de ella depende la calidad de los profesionales que toman la salud entre sus manos. A las facultades con tradición educativa, se vienen sumando infinidad de escuelas que hacen exclamar al espectador desprevenido, con intención peyorativa: “la formación es un negocio”. De doce a casi sesenta facultades de medicina pasó Colombia en menos de veinte años. En otras profesiones de la salud la situación es semejante. Desde luego que alegra tal oferta, pero también preocupa: ¿Están todas ellas preparadas para formar un personal idóneo?

¿Qué tipo de educación proveen –técnica como humanística- aquéllas facultades que llaman ‘de garaje’? Y en el otro extremo: ¿habrá razón para temer que sólidas empresas dedicadas al negocio de salud –estas sí en recursos pródigas para fundar escuelas- incursionen en la academia fundando sus propias facultades para formar el personal sanitario? Si de aquéllas se cuestiona la calidad científica y humana de sus egresados, de éstas se presume un nivel académico envidiable, pero se teme algún desmedro de los aspectos éticos. ¿Será que el perfil del egresado traducirá las ambiciones de una empresa lucrativa? ¿Será, por el contrario, que las facultades de medicina y enfermería de las empresas de salud formarán profesionales tan incontaminados que rectificarán y consolidarán los postulados éticos en empresas que viven del negocio sanitario?

Las instituciones educativas tienen con sus educandos más compromiso que infundir conocimientos y desarrollar habilidades, tienen la obligación de acrecentar la idoneidad moral de quienes están formando, y antes que todo, descubrir las virtudes que les permitan ejercer a cabalidad su oficio. La selección del personal que accede a las carreras de salud no es por tanto tema intrascendente. El ejercicio humano de una profesión no lo consiguen las aulas de la nada. El avenimiento del estudiante con los valores depende de su propia naturaleza, que los acepta o los rechaza. La proclividad al acto humanitario está en la vocación del individuo. Hasta cierto punto se puede amoldar al estudiante pero nunca sin el sustrato de una inclinación humanitaria. Obrar contra la voluntad es imposible. Luego el primer paso en la consecución de personal asistencial humano es la elección responsable de los aspirantes. Teniendo esta materia prima como base, el discurso humanitario puede obrar milagros, pude conmover la fibra sensible de aquéllos a quienes se dirige, consiguiendo los mejores frutos. Sea en las aulas que los forman, sea en las instituciones de salud que los capacitan y actualizan.


LUIS MARÍA MURILLO SARMIENTO M.D.

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