sábado, 14 de diciembre de 2013

COLOMBIA, CON PETRO HACIA LA TIRANÍA *

Acertado o no, el fallo del Procurador Ordoñez contra Petro es el de una autoridad legal y constitucionalmente reconocida. El desacato del Alcalde, manifestado en las movilizaciones populares que promueve, es un claro desafío a la democracia, que se fundamenta en el respeto a los poderes públicos.

Una persona de bien acude a las instancias judiciales en defensa de los derechos que cree vulnerados, no a los ánimos exaltados de sus seguidores. ¿Cuántos funcionarios elegidos por el pueblo han sido destituidos? ¿Cuántos de ellos han llamado a la asonada? Solo uno: el actual alcalde de la capital.

Es claro que Petro no ha abandonado su instinto subversivo, y que se sirve de la democracia solo para alcanzar los fines que le fueron esquivos por las armas. Intimidar con la insurrección popular debe ser motivo para la apertura de un nuevo proceso.

Que la gente de bien no haga manifestaciones contra el Alcalde y a favor de su destitución no significa que no exista rechazo: somos, cuanto menos, cientos de miles los que estamos en su contra. La justicia hasta ahora le había sido benévola. Hasta la inhabilidad para ser alcalde por haber sido condenado por porte ilegal de armas ha sido tolerada. Luego ya era hora de verlo responder por sus errores. Improvisar y despilfarrar en el manejo de una ciudad, y de la magnitud de Bogotá, no es una falta irrelevante.

La reacción de Petro hace evidente que no es un demócrata sino un instigador de todas las formas de lucha. Algo que ya sabíamos. Demócratas, Antonio Navarro y Rosemberg Pabón, por ejemplo, personas que tras dejar las armas se ganaron con su comportamiento el respeto de la izquierda, el centro y la derecha. 

Considero que en buena hora puede deshacerse la ciudad de un retrógrado que se dice progresista  -al fin y al cabo hoy progresismo es lo contrario de lo que se conjetura-. La carrera séptima con el aspecto desteñido y ruinoso que le dan las materas miserables que hizo instalar el Alcalde son fiel retrato del socialismo decadente de ese progresismo. De un socialismo que recuerda más la miseria de los países de la Cortina de Hierro sometidos por la Unión Soviética, que la prosperidad del socialismo respetuoso de la propiedad privada, que convive con la riqueza y con los ricos, y explota aquella en favor de todos. Socialismos amables  que conducen al progreso, como el de  la Concertación de Partidos por la Democracia de Chile. Es que mucho va del socialismo primitivo de Petro al de líderes respetables como Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Luiz Inácio Lula da Silva, por solo mencionar algunos nombres.

Cuando las actitudes de Petro como alcalde han ido desnudando sus verdaderas intenciones y, amén de su mala gestión, poniendo en evidencia la peligrosidad de sus ideas perturbadoras, se esperaba agrado con el fallo de la Procuraduría en buena parte de sus gobernados. Pero los sofismas de su populismo confunden a quienes carecen de lucidez de pensamiento y de capacidad de reflexión y cálculo. Hoy hasta quienes en un futuro podrían ser expropiados en una eventual presidencia del alcalde guerrillero lo ven inocuo y han salido candorosamente en su defensa.

Cuántas enseñanzas deja este suceso de la condición humana. De la ingenuidad, de la racionalidad incoherente, de la superficialidad del pensamiento. Advierto, por ejemplo, la paradoja de quienes en su oposición al expresidente Uribe hicieron blanco de sus críticas al caudillismo, y hoy, sin percatarse de lo que ayer dijeron, defienden a un caudillo. En el populacho lo explica la ignorancia. ¿Pero qué explica en nuestros ‘intelectuales’ tamaña incoherencia? Dizque rechazan el fascismo, pero defienden el equivalente de izquierda que Petro representa.

De pronto lo explique la teoría de las inteligencias múltiples y el conocimiento de que la inteligencia no es un todo que alcance la totalidad de los campos del pensamiento. Se puede ser un genio matemático, pero torpe en materia de comunicación. Tal vez, obedezca también a la ignorancia del intelectual en el tema -inadmisible pero no infrecuente-, de pronto sea que falle la percepción y no se alcancen a prever los riesgos, acaso haya faltado la experiencia de ver los atropellos del comunismo soviético, en buena hora desaparecido, quizás exista el atolondramiento que hace ver como paradigma los gobiernos de Cuba y de Corea del Norte. O sencillamente no estamos frente a intelectuales verdaderos, sino ante ideólogos del comunismo.  

Sea cual sea el motivo por el que se defiende a Petro, encuentro un deslumbramiento con él semejante al que con Chávez tuvo Venezuela. Y como percibo en nuestro alcalde el mismo engendro del venezolano, conjeturo que Petro se servirá de la democracia para alcanzar el poder. Conseguido su fin habrá de restringirla. Y quienes hoy ingenuamente lo defienden, habrán de padecerlo.

Entonces lo seguirán apoyando quienes anhelan la muy mentada redistribución de la riqueza, quienes anhelan vivir de los demás y sin esfuerzo, igual que en Venezuela. Pero quienes han conseguido la prosperidad con sus arrestos vivirán una insoportable pesadilla. Y más vale que los que fincan la felicidad en la riqueza miren más allá de sus narices, que el eco del “exprópiese” venezolano ya resuena con Petro, a la vuelta de la esquina.

El encono de Petro contra el capital, lo privado y los que tienen es un fuego siniestro que anuncia una catástrofe. En un  país que busca reconciliarse la dictadura del proletariado abrasará la paz. Sus actitudes desafiantes promoverán la razonable reacción de la derecha en proporción semejante a su temeridad.

¡No pasará este guerrillero sobre quienes defendemos el modelo económico que conduce al país hacia el progreso! ¡No se impondrá el empecinamiento de quienes designándose progresistas son retardatarios! ¡No se impondrá el modelo asistencialista de quienes pretenden vivir de los demás sobre el paradigma de la responsabilidad individual! ¡No se impondrá la redistribución de la fortuna sobre la generación de la riqueza! 

Ojalá un procurador hubiera salvado a Venezuela de la hecatombe que le dejó al país el espejismo del coronel golpista. Definitivamente idiota útiles hay en todas partes.

LUIS MARÍA MURILLO SARMIENTO MD.

* El 10 de diciembre del 2013 el Alcalde de Bogotá, exguerrilero del M-19, Gustavo Petro Urrego, fue destituido e inhabilitado por 15 años para ocupar cargos públicos, por el Procurador de la Nación, Alejandro Ordoñez, tras considerar varias faltas gravísimas en el desempeño de sus funciones. Fue el primer fallo contra el Alcalde de los varios procesos que cursaban en el Ministerio Público. En esta oportunidad el fallo se relacionó con las irregularidades que provocaron una crisis con la recolección de la basura de la ciudad un año antes. Pese a que por su mala gestión se adelantaba un proceso popular de revocatoria de su mandato, el fallo del Procurador terminó en una paradójica manifestación de respaldo al sancionado y de rechazo al funcionario que lo sancionó. 

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