Conocí a Félix Raffán Gómez, como a tantos amigos de mi
padre, en alguna esquina bogotana; en aquéllos años de infancia en que de la
mano de papá atravesaba calles y recorría una ciudad concentrada en lo que hoy
apenas es el Centro y Chapinero.
Solo con los años vine a saber quién era aquel señor de
gabardina café con quien mis pasos terminaron por cruzarse en forma rutinaria. Fue
para mí, primero, el periodista, luego, el poeta.
“Para mi noble amigo Luis María Murillo, varón excepcional
de la historia científica de Colombia, quien ha hecho de la investigación un
dogma de fe y de la amistad sincera un sacramento”. Esta dedicatoria a mi
padre, en sus Poemas de puño y letra,
en marzo de 1974, me introdujo en una nueva dimensión de aquel hombre que ya
como periodista era importante.
Muchos poemas de aquella obra eran mínimos, como el mismo
los había titulado, breves y hermosos invitaban a la degustación exquisita, se
bebían raudos, se disfrutaban con avidez, se terminaban de leer en un instante.
Los había hallado por causalidad, revisando la biblioteca de papá, tras su
muerte, seis meses después de la dedicatoria.
Tras aquella aflicción, me seguí encontrando, y por mucho
tiempo, a aquel hombre admirable, cuando nuestros pasos se terminaron por
cruzar regularmente al ser vecinos del mismo barrio. “A fuego lento”, solía
decirme al responder mi saludo. Y “a fuego lento”, terminé, como él, por
definir la vida.
Para mí la memoria de Félix Raffán es entrañable, por aquellos
recuerdos, desde luego, pero también por ser el padre de uno de mis amigos más
preciados, Fernando Raffán Sanabria, condiscípulo en la facultad de Medicina
del Rosario, médico anestesiólogo y prologuista de una de mis obras.
Quiero que conozcan, recuerden y admiren a Félix Raffán
Gómez,
La vida de un hombre como él llena extensas páginas, yo la
resumiré, para ser breve, en pocas líneas, pero sembrando la inquietud para que
se profundice en su vida y en su obra.
Florida, Valle del Cauca, vio nacer a Félix Raffán el 17 de
julio de 1918. Su alma, brotada para menesteres intelectuales, rápidamente se
vio entregada al periodismo, la educación, la literatura y el derecho.
Fue redactor
estudiantil, obvio oficio para su vocación temprana. Tras sus estudios
secundarios en el colegio Santa Librada de Cali y en el Universitario de Bogotá
estudió derecho y se graduó de abogado en el Externado de Colombia en 1947.
Ávido intelectual, también estudio en la Universidad Libre filosofía. Fue juez
y profesor universitario. Estudiantes de la Javeriana, Inpahu y Los Libertadores
recibieron sus lecciones.
Siempre fiel a sus inclinaciones
periodísticas, dirigió, simultáneamente con sus estudios universitarios,
revistas y medios informativos. Fue jefe de redacción del diario La Razón de
Bogotá, entregando en sus páginas la primera notica escrita sobre el asesinato
de Gaitán. Fundó el periódico El Liberal del Valle del Cauca y se enroló, por
invitación del presidente Eduardo Santos, en El Tiempo, diario bogotano con el
que compartió más de treinta años de su vida. Entre tanto a periódicos extranjeros
como El Telégrafo, de Guayaquil; La Estrella, de Panamá; The New York Times y
el Excelsior, de México, llegaban sus colaboraciones.
En solitario, o secundado por parecidos quijotes, fue fundador
de revistas, periódicos, centros de estudios, asociaciones y academias,
emparentados siempre con sus nobles oficios intelectuales, algunos fugaces, otros
perdurables, como el reconocido CPB, Círculo de Periodistas de Bogotá. De sus andanzas
literarias como el Círculo Literario de Bogotá y el Centro Poético de Bogotá,
debo confesar que desconozco su suerte.
Su poema “Paisaje”, galardonado con el premio Pluma de Oro
de la Academia de Letras Castellanas de Nueva York será siempre mención
obligada de sus letras, pero sus escritos son muchos más, e igual de
trascendentes. Sus libros alcanzan la veintena. A más de los poéticos, los hay
didácticos, sociológicos y biográficos. Son algunos de sus títulos: Poemas de puño y letra, Agua y cántaros,
Transparencia, Canción de la sangre, La profesión periodística en Colombia, Poemas
didácticos infantiles y los derechos del niño, La vida increíble del aviador
Valdés Tavera y El caballero del espíritu (biografía de Juan Lozano y
Lozano).
Un día de 1996, el 22 de abril exactamente, debimos
despedirlo de su trasegar terreno. El Día del Idioma fue inhumado. Oculto
mensaje del destino al despedir ese día a quien a las letras consagró su aliento. Una biblioteca estatal y un colegio de Florida
(Valle) lo recuerdan, y más que eso, como todo hombre que trasciende,
helo aquí, hoy, compartiendo su obra con nosotros.
POEMAS DE FÉLIX
RAFFÁN GÓMEZ
PAISAJE RURAL
Paz fluorescente del día
sobre tierras de cobalto,
atisbo de lábil salto,
tallado en la lejanía.
Rompe la esquela del día
la negra espada de un vuelo,
mientras la raza en desvelo
musita fértil plegaria
a la placidez agraria
que lanza aromas al Cielo.
LA LÁGRIMA
Imagen del amor
o de la pena,
miniatura del hombre
y de la mar,
expresión transparente
de la vida,
y antítesis de oscura
claridad.
NOCTURNO
La luz de la luna llena
aclara la voz del grillo
que gime cerca a la charca
con su dolor sin alivio.
Entre tanto el agua mansa
sueña en ser nube de estío.
ANSIEDAD
Clepsidra rota en que vertí la arena
de mi arduo batallar hacia el olvido,
Espera inútil del amor transido
ante el fuego silente de mi pena.
Noche sin sueño bajo la serena
resignación tenaz de lo perdido;
como los niños pobres he nacido,
condenado a mirar la dicha ajena.
Mi vida es un feral desasosiego,
va izando la inquietud de su bandera
en la roca del terco laborar.
Y ansía lo imposible como un ciego
que con las manos contemplar quisiera
los paisajes espléndidos del mar.
SONETO A UNA
CRUZ DE PIEDRA
Marmórea flor para signar la altura
entre el cielo y la rosa vacilante,
castillo del amor, que cada instante
funde la llama con la noche oscura.
Medida del dolor y la amargura,
eternidad gozosa y anhelante,
génesis de la fuente rutilante
donde se igualan paz
y luz ventura.
Signo de redención y de armonía
para romper tinieblas y pavura,
cual la brillante plenitud del día.
Aquesta cruz de piedra, es un mensaje
puesto en la cima de la roca dura
como una bendición sobre el paisaje.
ORACIÓN AL PAN
Padre pan que mitigas el hambre
al labriego, al mendigo, al zagal;
al penado que envidia las nubes
y al buen santo que encarna la paz.
Padre pan que te entregas al mundo
en substancia de trigo candeal,
y te empapas en zumo de vides
en un rito de amor celestial.
Padre pan que te das al obrero
en anhelos de suma ansiedad,
al enfermo y la madre que espera
un milagro de amor germinal.
Padre pan que vigilas el sueño
de los niños en cruda orfandad,
sé con ellos calor generoso
y en su cuna no faltes jamás.
Padre pan, tu que llenas despensas
a los ricos, al rey y al sultán,
dános siempre la gracia de verte
presidiendo el mantel familiar.
Padre pan que apaciguas el odio
y eres nuestro y ajeno a la par,
elimina la angustia del hombre
con raudales de eterna bondad.
Padre pan que ennobleces la vida
y cimientas la paz del hogar,
resplandece en la mesa del pobre
como Dios en la luz estelar.
BIBLIOGRAFÍA
Echavarría, Rogelio,
Quién es quién en la poesía colombiana, en Biblioteca Virtual de la Biblioteca
Luis Ángel Arango.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/quien/quien18a.htm visita 22/10/2014
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/quien/quien18a.htm visita 22/10/2014
Félix Raffán,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-283323 23.4.1996
Perry,
Oliverio. Quién es quién en Venezuela, Panamá, ecuador y Colombia, Editprial ARGRA 1952 pág 922
Perry,
Oliverio. Quién es quién en Colombia, Editorial ARGRA, Cuarta edición, 1970 pág
340
Raffán G, Félix Poemas
de Puño y Letra,
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