sábado, 14 de octubre de 2017

MI ÍNFIMO SER, MI MUNDO INFINITO

Tan infinita es la creación que hasta la Tierra que me parece inmensa no alcanza a percibirse en la enormidad del universo. La Tierra es nada en la grandiosidad, y yo soy la nada de la nada. Y, sin embargo, en mi ser inapreciable el universo cabe. Cosas del Creador que domina lo infinito, que da infinidad a todo lo creado: al macrocosmos y al microcosmos. Que hace caber lo gigante en lo minúsculo.
No soy yo y el efímero instante, no soy yo y la aparente brevedad de mi vida, no soy yo y el estrecho lugar que me envuelve. Existe dentro de mí un mundo espacioso y profundo de sentimientos, pensamientos y sucesos infinitos: un universo entero.
No estoy circunscrito al tamaño inapreciable de mi ser, no existo en virtud de la cantidad de seres que me adviertan. Existo por mí y para mí, tejiendo un entramado que con la lucidez de mi razón y la fuerza de mi voluntad llegará a ser laudable o reprochable.
Mi historia es más que mi diario, es la de mis padres, la de mis abuelos, la de quienes me antecedieron y sembraron en mí sus recuerdos; la de mis hijos, la de mis nietos, la de otros seres que llegarán para trazar, sin querer, mi futuro. Será el devenir en otro mundo sin la carga pesada de mi cuerpo.
Soy la imaginación que no deja de zurcir pensamientos. Que reflexiona, concibe y discierne. Que fabrica ilusiones, y tal cantidad de nociones produce, que si materiales, necesitaría un lugar inmenso para conservarlas. Pero en la mente infinita de mi ser limitado se guardan.
Soy un gigantesco manojo de afectos: de felicidad, de angustia, de dolor, de sueños y preocupaciones. El mundo es enorme, mi ventura pequeña para que lo inquiete. Y aunque lo externo se vista de sombras, mi cielo se tiñe de azul, y refulge. Es mi subjetividad, a la que la mano divina ha encargado mi dicha.
Soy más que yo mismo, soy todos mis seres que en un mundo tenso yo amo y me quieren. La familia pequeña y extensa, los amigos que alegran mi esquina, las personas que luchan conmigo persiguiendo los mismos principios, las que respaldan las mismas ideas y se regocijan con mis ideales, las almas, en fin, que confiadas caminan conmigo.
Soy más que mi ser, mi mundo interior lo desborda. Un buen artista a pesar del detalle en la multitud como un punto me hubiera plasmado. Si acaso la cara, en un pincelazo burdo, hubiera pintado.
Del pincel prodigioso del Creador agradezco el detalle, el mundo admirable y sin límite, interno y externo, en el que yo existo.     
Me asombra el cuidado con que fui concebido, la prodigiosa conexión entre el todo y la nada, esa evolución admirable y constante, que sumido en la ciencia no admito fortuita. Más que la fe, es la razón la que admite que alguien muy grande inició lo creado.
Gracias Señor. La magnificencia de la creación me extasía, la grandeza de mi mundo interior me deslumbra, comprender la causalidad y la finalidad me ilusiona. Veo la bondad tras la humareda de las conflagraciones que los hombres encienden, entonces, la infinita gratitud que te debo en mí surge.  


Luis María Murillo Sarmiento MD.

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